Hoy hubiera cumplido mi madre los 91. Qué hubiéramos hablado y vivido en todos estos años en que falta, nadie lo sabe. Yo me descubro a veces, en madrugadas insomnes, manteniendo conversaciones que nunca se produjeron, dando y recibiendo razones que nunca se dieron, compartiendo momentos que nunca llegaron... En momentos luminosos, los menos, creo que me ve y me protege y que espera paciente nuestro reencuentro. En el resto, los más, me desespera saber que no hay vuelta atrás y que lo que no se dijo ni se hizo no hay manera de enmendarlo y que lo que se vivió no vuelve jamás. La traigo a la vida cada vez que la nombro y por eso -bendita excusa su cumpleaños-, felicidades, mamá. Imagen: mi madre, Aurora de Gonzalo, con su eterna sonrisa.