Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2020

Crónica de la excepción. Día 47

La noticia del día es, por supuesto, la comparecencia del presidente Sánchez para explicar las medidas y fases de la desescalada . Las previsiones son que se inviertan entre seis y ocho semanas para llegar a la nueva normalidad . A mí el término de nueva normalidad  no me convence. La normalidad es la normalidad; si es nueva, ya es otra cosa, creo yo. Volvemos a la normalidad cuando regresamos de las vacaciones o cuando hemos tenido visitas en casa y se van o cuando hemos hecho obras y, por fin, queda en su sitio lo que antes estaba manga por hombro. Una normalidad nueva  tiene un no sé qué de inquietante. No sabemos cómo estaremos en esa normalidad que no conocíamos porque nos la definen como nueva. En fin, ya se verá. Luego estaba el tema de las fases. Empezaríamos en la fase 0 el día 4 (a excepción de los millones de corredores que parece que había en este país, que podrán salir ya el día 2) y, cada dos semanas, avanzaremos hasta llegar a la 3. Algunas islas e

Crónica de la excepción. Día 46

—¿Cuál fue el motivo de los rifirrafes de ayer en las redes sociales? —¡Me lo sé! ¡El asunto Merlos-Marta López-la otra! Noooooo. No me refiero a ese.  Que también, pero de eso no es de lo que vamos a hablar mis sesudos lectores y yo, faltaría más. 🤦‍♀️😊 Me refiero a cómo fue el primer día de la salida de los niños y sus progenitores a la calle. Las redes echaban humo y los dos bandos enfrentados eran, a saber: los que decían que el incumplimiento de las normas había sido un hecho aislado y puntual y la gente se había comportado y los que decían que había sido un desastre generalizado y se había faltado a todas y cada una de las consignas que tan bien aprendidas parecían el día anterior. Dos opiniones muy legítimas y que, se supone, derivarían de la experiencia personal o de las noticias y fotos que se iban recibiendo en las cuentas personales y en los chats de whatsapp, telegram o cualquier otro medio utilizado para conectarse con amigos y conocidos. Lo

Crónica de la excepción. Día 45

Hoy era el gran día para los niños. Todos, como los noticiarios se encargaban de recordarnos, se sabían las normas al dedillo: en un kilómetro alrededor de casa, una hora como máximo, sin poder subirse a los columpios y sin jugar con otros niños con los que se encontraran. Así que, después de desayunar y poco más, nos hemos ido al balcón a ver pasar niños. Y los hemos visto: en carrito, más pequeños, más mayorcitos, con patinetes, de la mano de sus padres, caminando y saltando pizpiretos cerca de ellos, cantarines, saludando a gente conocida que, a su vez, los saludaba desde sus balcones... Y nosotras los señalábamos tan alborozadas como ellos. Parecía un hecho extraordinario y palmoteábamos contentas al ver otro y otro y otros más allá.  Era como si una especie en peligro de extinción hubiera, de repente, decidido hacerse presente y salir de sus escondrijos, donde quiera que estos estuvieran. Y la ocasión merecía inmortalizarse con estas fotografías que os

Crónica de la excepción. Día 44

Hoy es San Marcos. Es el patrón de mi pueblo, que lo lleva en su nombre —Cuevas de San Marcos—, y también el patrón de El Montmell, un pueblito al que nos vinculamos hace unos años. Cosas de la vida: ambos tienen unas sierras parecidas, la misma altura desde el nivel del mar y su patrón en común. Hoy hubiera sido día grande en ambos. En Cuevas se hace una romería multitudinaria —antes era al puente; ahora, desde hace años, al pantano— donde hay comida, bebida, cante, baile y el paseo del patrón desde la iglesia hasta el pantano. En El Montmell, más reducida en participación, algo parecido. Este año 2020 no se celebrará ninguna de las dos por la excepcionalidad en la que estamos viviendo. El día del patrón es la excusa perfecta para celebrar la vida. Da igual que se sea creyente o no, que le pidas al santo salud y protección con la fe intacta o que, simplemente, te quedes con el jolgorio y el punto de emoción que siempre ha sabido tener la liturgia. Así

Crónica de la excepción. Día 43

Un famoso humorista gráfico —director de cine y escritor también—,  Chumy Chúmez , ya fallecido, escribió, allá por el año 86, un libro titulado  Yo fui feliz en la guerra . No lo he leído —era una biografía sobre su infancia, transcurrida en aquellos difíciles tiempos—, así que esto no va de una reseña del mismo, sino de su título, que me va a servir para tirar del hilo de lo que quiero escribir hoy. Tenemos los seres humanos una capacidad que es, quizá, la que nos ha mantenido en pie como especie a pesar de los reveses, naturales o provocados por nosotros mismos. Y es esta la de ser felices, a veces en las peores de las circunstancias. Una guerra, por ejemplo. Sé que diréis que los niños tienen ventaja sobre nosotros; que parecen estar hechos de goma —no solo para los golpes físicos, sino también para los emocionales— y que pueden abstraerse fácilmente en sus mundos infantiles, a salvo de lo que les rodea. Pero no son solo los niños. ¿Quién no ha estado alguna vez en u

Crónica de la excepción. Día 42

Hoy es Sant Jordi . No habrá rosas en cada esquina. No habrá tenderetes de libros Rambla abajo. No veremos en nuestras calles amantes apresurados que, en la última hora, llevaban —algunos, pobrecitos, un poco avergonzados del amor pregonado— las rosas cautivas en celofanes y banderas. No toquetearemos portadas, echaremos vistazos, compraremos a conciencia o al tuntún, o al dictado de la intuición, un libro que nos abra la puerta a otros mundos y otras vidas. El Barradas no se llenará del arte, el talento, el desparpajo y la ilusión de adolescentes alborotados. No habrá premios, ni reconocimientos, ni discursos. No nos uniremos en comunidad para celebrar la tradición y el rito; para entrar en la rueda de los días señalados que son promesa y, a la vez, certeza de felicidad. Ni Sant Jordi , ni la princesa, ni la rosa, ni el drac , ni el olor a primavera, ni la fiesta en la calle, ni el pregón, ni los puestos de libros, ni el correfoc , ni los fuegos... Todo duerme

Crónica de la excepción. Día 41

Querida vida: En el tiempo en el que tú y yo nos llevamos conociendo, nuestra relación se ha basado en la confianza. En la confianza en ti y en el entorno social en el que estás generada, querida vida, he llevado a cabo actos por los que hoy tendría que darme golpes de pecho o, como mínimo, confesar, arrepentirme y redimirme. Así: - He besado y abrazado impetuosamente a familia y amigos queridos. - He besado protocolariamente a conocidos recién presentados. - He dado la mano en una reunión e, inmediatamente después, he dejado que esa mano cogiera un croissant allí dispuesto para deleite de los asistentes. - Me he acuclillado en el suelo para hablar con niños ajenos con los que coincidía casualmente. - He acercado objetos a desconocidos o conocidos que así me lo requerían, como un favor. - He dejado mi botella de agua, o mi vaso, o mi cuchara, para que algún allegado probara aquello que yo estaba tomando. - He estornudado o me han estornudado al ladito, sin ac

Crónica de la excepción. Día 40

Hoy se cumple la cuarentena de la excepción. Cuarenta días desde el primero en el cual ya no pude salir a trabajar con normalidad como un viernes cualquiera. En estos cuarenta días ha habido de todo: momentos de mucha esperanza y de mucha desolación. La pena terrible de ver acumularse las muertes y los contagios y el optimismo de haber llegado, quizá, a ese punto en el cual las cosas solo pueden mejorar. Ha habido días de sol, radiantes, que tiraban de nuestra alma hacia la calle y días, como los tres que llevamos, en los que la lluvia solo hace que remachar un poquito más este clavo de dolor. A las noticias ya no les hacemos mucho caso. A los vaivenes gubernamentales, menos. A los expertos que salen de debajo de las piedras donde estaban escondidos hace dos meses, menos todavía. Como mucho, nos centramos en la novedad más extravagante y esta es ahora la salida de los niños. Que van a salir el lunes que viene.  Primero, iban a salir a dar vueltas a la manzana

Crónica de la excepción. Día 39

  Así hemos empezado la semana, como la acabamos: lluvia y lluvia. Sin parar. Mansa, sin alharacas. Pero profundamente triste, acompañándonos en el duelo abierto en el que estamos todos. Y no sé qué escribir. La política, el humor, las andanzas en el Mercadona, las previsiones sobre nuestra salida futura... todos los enfoques parecen malos en un día como hoy, pero escribir es terapéutico y sanador. Y a ello voy. Cuando trabajo con mis alumnos las categorías gramaticales y hablamos de los sustantivos, les enseño a clasificarlos: común o propio, abstracto o concreto, singulares y plurales... Y, entre estas clasificaciones, contables o no contables. Los contables son aquellos sustantivos que se pueden separar en unidades, es decir, entidades que se pueden contar. Así, una manzana, diez ventanas, dos mujeres... Los no contables son los que designan entidades que no tienen unidad o que carecen de plural. Así, el aire, la alegría, el arroz... A veces se lían, porque cae

Crónica de la excepción. Día 38

Esta fotografía, que es la única que va a ilustrar la crónica de hoy, es un pantallazo de una noticia publicada por El Periódico  en su edición digital de ayer, 18 de abril. Fue en paralelo con el folleto-panfleto que se publicó en el Canalsalut de la Generalitat de Catalunya y que incendió las redes y avivó la polémica a última hora de la noche. No voy a comentar, aunque mucho se podría, sobre dicho panfleto y sus instrucciones descabelladas, ni sobre el juego político que supuso su publicación, ni sobre los intereses que unos y otros están poniendo sobre el tapete sin pudor ni vergüenza. Solo voy a leer con vosotros lo que se dice y lo que significa y cómo, a estas alturas de la situación, estamos tan anestesiados o abducidos o resignados, o vaya usted a saber qué, que nos impide salir a los balcones a gritar como locos que basta ya, que estamos dispuestos a extinguirnos si hace falta, pero como seres humanos dignos y no como un rebaño hacinado camino del matadero, ac

Crónica de la excepción. Día 37

Los seres humanos estamos diseñados para la felicidad. Por naturaleza. Hay excepciones, claro. Todos conocemos a esos mohínos que hacen de la alegría motivo de preocupación. Pero hoy no vamos a hablar de ellos. Otro día. Solemos ser felices por lo que hacemos, lo que tenemos o, incluso, solo lo que anticipamos. Y esa es la felicidad de la buena, aquella a la que se le dedican sesudos estudios o poemas resplandecientes. Y luego está la felicidad en modo maldad, como yo la llamo. Es decir, qué feliz que soy no por lo que hago, sino por lo que no tengo que hacer.  Y me han dado ganas de explicaros qué es esa felicidad en modo maldad, por si os fuera útil en algún momento del día y pudierais aprovechar para ponerla en práctica, ahora que disponéis de tanto tiempo. Porque hay que ver la de tutoriales y recomendaciones y consejitos que nos están dando. Es un bombardeo continuo (e inútil, añadiría yo). Porque, a ver, escúchate Rigoletto, La Bohème y Tosca del tirón . No has es

Crónica de la excepción. Día 36

Hoy he sacado el coche a pasear.  Que dicen mucho de los perros, ahora hablan de los niños...  Pero, ¿y los coches?  Ya sé que no son esas cafeteras que se morían de la pena si no los movían en tres días, pero el mío llevaba ya su mesecito largo esperando pacientemente a que fueran a por él. Así que, sobre las nueve de la mañana, lo llevé a dar una vuelta a la manzana: salir por el aparcamiento, girar a la derecha, enfilar mi calle y giro en redondo para entrar en el Mercadona. El pobre se quedó como consternado; supongo que esperaba sus buenos 100 km —qué menos—, sus parones en los semáforos (que es muy moderno y muy ahorrador y se para del todo), su viento en el parabrisas... qué sé yo, lo que todo coche creo yo que se muere por hacer. Pero no, ese ha sido el paseíto. Y gracias. Como se puede apreciar, yo iba enfundada en mis guantes. No aquellos glamourosos de cabritilla, con sus agujeritos y su enganche hacia el pulgar. No aquellos que utilizaban las señoras

Crónica de la excepción. Día 35

Antonio Machado, por boca de Juan de Mairena, nos enseñó muchas cosas. Su voz, siempre sabia, nos ha hecho mejores lectores, mejores oradores, mejores escritores; mejores personas, en definitiva. En uno de mis libros de BUP (ay, ese añorado BUP en estos tiempos de la ESO), aparecía este conocidísimo fragmento, en el capítulo en donde Juan de Mairena habla a sus alumnos: —Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa». El alumno escribe lo que se le dicta. —Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético. El alumno, después de meditar, escribe: «Lo que pasa en la calle». Mairena. —No está mal. Mairena —Machado— rechaza lo difícil, lo artificial, lo recargado, lo barroco, la vuelta sin sentido en busca de una palabra o una expresión que conceda la pátina de inteligencia que se supone que se ha de tener. Mientras, brillando como una piedra preciosa, esperando humilde, están esas otras que hacen del lenguaje algo fluido,

Crónica de la excepción. Día 34

Han pasado solo trece días y he vuelto a hacer una fotografía de las moreras de la calle desde mi terraza. De escuálidas ramas y ralas copas, me he encontrado con un abril plenamente instalado; pronto serán tupidas y los coches aparcados o los contenedores dejarán de ser visibles hasta el próximo otoño. De hecho, todas las perspectivas de hoy —y el aire, que no se puede meter en una perspectiva— nos traen un grito que oímos todos de sal a la calle, sal a la calle;  que hemos de desoír, como los marineros los cantos de sirena, por nuestro propio bien y el ajeno. Luz donde mires; sol y esa sombra ya definida de los días azules; tibieza; el verdor urbano, nada desdeñable; la brisa placentera... ay, qué difícil va a ser a partir de ahora escuchar dos semanas más . Para hacerlo más llevadero, ¿por qué no pensamos en canciones que hablen de ciudades, de calles pateadas, paseadas, rambleadas; de boulevares, de avenidas, de callejones, de pasajes; calles que ahora se nos

Crónica de la excepción. Día 33

Hace unos días fabulamos con cómo sería nuestra salida a la calle, una vez acabado este confinamiento que aún no tiene fecha final. Si saldríamos en tropel, con los consiguientes batacazos; pausados; a galope; deslumbrados; a carrera abierta... En fin, un poquito de imaginación ante una situación en la cual nunca antes nos habíamos visto. Pero eso era el decorado, el cómo nos veríamos los unos a los otros, las escenas en que seríamos protagonistas o secundarios o figurantes. Fabulemos hoy de nuevo. Esta vez con nuestros estados de ánimo. ¿Cuál será ese estado emocional que definirá el momento final —o inicial— de esta asombrosa situación vivida? Sabiendo que vamos arriba y abajo en esta nuestra montaña rusa particular de estados de ánimo, tenemos conocimiento suficiente para entender que cualesquiera serán posibles, en solitario, contiguos o solapados. Propuestas (por orden de aparición histórica, por decir algo): Opción 1. Horrorizados, espantados, transformados en algo