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Mostrando entradas de julio 4, 2016

Otro verano

A veces, cuando los chopos verdean de tal manera que el verano parece eterno, hay una nostalgia sobrevenida y fuera de lugar. Inexplicable, quizá, pero humana. Es la nostalgia de recordar que, al igual que ese río en el que nunca puede uno bañarse dos veces, hay veranos y sombras de chopo a las que jamás se puede volver. Una escalera que salva un desnivel entre caminos se convierte, por obra y gracia de una melancólica tarde, en la metáfora de la vida que recorremos siempre, siempre, hacia abajo. En la infancia saltamos de dos en dos los escalones y hacemos bandera y medalla de nuestras despellejadas rodillas. Un grito de nuestra madre nos contiene pero, al instante, volvemos a volar, sin miedo, hacia las alamedas. La juventud nos da más alas y nos hace inmortales -o eso creemos y como tales vivimos-. La madurez, que es una palabra de consuelo para lo que ya no tiene remedio, nos hace conscientes de todo y descubrimos cuál es el precio que hay que pagar por estar vivo.