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Mostrando entradas de mayo, 2020

Crónica de la excepción. Día 80

Día 80. Me parece un buen día para acabar con estas crónicas, sobre todo después del parón de esta semana por motivos ajenos a mi voluntad. Han sido ochenta días en los que aquí he volcado de todo: desde esperanza hasta desesperación, desde humor hasta acritud, desde comprensión hasta críticas desgarradas...  Como la misma vida, vaya, pero en confinamiento. No cierro estas crónicas porque hayamos salido de la excepción —cosa que tardará y cuyo final no sabemos a qué normalidad nos lleva—, sino porque ya no estamos todos en ese barco de la excepcionalidad en el que hemos navegado durante tantas semanas. Solo hay que ver la calle: tráfico normal, gente a todas horas (y aquí solo estamos en la fase 1), grupos, cercanías, un ambiente festivo de aquí no ha pasado nada ... En fin, lo que la  mayoría sabíamos —y nos temíamos— que iba a ocurrir. Queda por delante un trabajo personal complicado y duro y una tarea social no menos dura ni menos complicada. Cada uno de nosot

Crónica de la excepción. Día 73

Como Sabina, estoy apasionadamente a favor de vivir el presente, pero el desván de los recuerdos está ya tan rebosante que amenaza su suelo con venirse abajo sobre mí. Será que los tiempos no llaman a esperanzas y que las noticias diarias se enmarañan entre aperturas incongruentes y avisos apocalípticos. Será ver las playas cuadriculadas y con su turno preparado. Será no saber si probarse una prenda será un ejercicio de entre riesgo y fe. Será lo que sea.  Mirar álbumes donde solo se recogen momentos de felicidad. Llevar semanas sin echar unas risas con amigos. Trabajar sin ver claro el horizonte. Sentir que en el aire hay enemigos acechantes.  Será ver la vida desde la barrera. Lo que sea, algunas cosas o todas en conjunto, nos tiene paralizados y con la mirada vuelta atrás y se hace difícil vivir el presente con la pasión que Sabina cree  —con tantísima razón— que hay que adjudicarle. Lo intentamos, eso sí.  Por nosotros mismos y los que nos quieren. Porque

Crónica de la excepción. Día 72

La nueva normalidad incluía seguir siendo los mismos. Acosar al diferente. Reinventar el lenguaje y llamar exitus  a los muertos. Cortar las calles: yo por mis razones y tú por las tuyas. Culpar a los otros y cerrar los ojos a los errores. Recurrir a la contradicción si mi vida y mis privilegios así lo requieren. Propalar mentiras como si fueran noticias y ocultar noticias como si fueran mentiras. Vivir por los intereses personales y obviar los que me son molestos. Ocupar los espacios propios y ajenos. Saltarse las normas si no me favorecen. Dejar de aplaudir y empezar a abuchear. Creerse mejores. Creerse inmortales. La normalidad, ya sin adjetivos, era más de lo mismo, pero con mascarilla. Fotografía: la nueva normalidad, como nosotros, en blanco y negro.10:50.

Crónica de la excepción. Día 71

Hoy, después de dos compras que me he saltado (gracias a que las han hecho por mí), he vuelto al Mercadona. He ido en coche para que el pobrecito se moviera un poco y para que la carga fuera más cómoda de acarrear. Lo primero que me ha llamado la atención es la normalidad absoluta que se ve en las calles —si exceptuamos que todo el mundo lleva mascarilla—. No me ha dado tiempo a echar fotos, pero en esta imagen que ilustra la entrada, desde la terraza, lo veis claramente.  Y la normalidad seguía dentro: los lineales a rebosar. Había de todo, incluyendo las tan deseadas mascarillas. Bueno, no de todo: guantes, no.  Es que la última moda —en estos vaivenes de consejos en los que nos movemos— es que nos volvemos muy irresponsables y kamikazes  (????) cuando los llevamos puestos y hay que quitarlos de en medio. Yo sí llevaba los míos y, encima, los de la fruta, porque dicen que hombre prevenido, vale por dos y porque estoy yo muy rebelde contra lo que no me cabe en mi sent

Crónica de la excepción. Día 70

Ayer, 20 de mayo, James Stewart hubiera cumplido años. Nuestra infancia y juventud lo tuvo siempre presente.  En una época en la cual solo había una televisión y los barrios estaban llenos de cines de reestreno y programa doble, no era difícil encontrarse con sus gestos dubitativos y su peculiar voz (cosas del doblaje) casi cada semana.  Sus películas se reponían —alguna, como Qué bello es vivir , era un clásico navideño— y nos era tan cercano como los compatriotas que llenaban las novelas de media tarde o los Estudio 1. Pero esta entrada va de una pequeñísima parte de lo acontecido en su vida y que tiene que ver con otro grande del cine norteamericano, Henry Fonda. Ambos eran amigos, en ese grado en el cual la amistad pasa a ser casi un lazo de sangre. Eso, a pesar de las grandes diferencias que había entre ambos. La mayor de todas, quizá, sus tendencias políticas. Fonda era de izquierdas y Stewart, muy conservador. Su vida discurría paralela hasta que, una vez,

Crónica de la excepción. Día 69

Ayer vi unas cuántas calles de Barcelona, desde el coche, mientras salía a hacer una gestión ineludible. Está todo en su sitio. El cielo es ya rabiosamente azul y el aire de una tibieza maravillosa. No hay atascos en ninguna vía y se circula como en una pequeña ciudad hecha a medida de sus habitantes. El miedo no se ve, ni siquiera se intuye, a pesar de las mascarillas y de los guantes y de señales en el suelo que te instan a esperar a sus dos prudentes metros. Volví algo reconfortada por el aire de normalidad que se respiraba en la calle y, al mismo tiempo, sobrecogida pensando en cómo vamos a defendernos de un enemigo tan solapado y tan invisible que no ha dejado cicatrices que nos recuerden que debemos estar alerta y prevenidos. Que el optimismo no nos haga imprudentes y que el pesimismo no nos haga infelices. Fotografía: una calle de Barcelona, desde el coche. Ayer, a las 11:48.

Crónica de la excepción. Día 68

No hace falta esbozar una sonrisa para que una cara infantil sea linda. Ni que esa sonrisa tenga o no todos los dientecitos.  No hay que buscar el mejor ángulo, ni importa la luz, ni la destreza del fotógrafo, ni los ojos más o menos abiertos, ni si te peinaron en el último momento o con todos los excesos. Mira aquí, que te echo un retrato . Y ya está. Queda para siempre inmortalizada la belleza genuina de las vidas que empiezan, a las que todo les está prometido y cuyos caminos son infinitos. Con cada cumpleaños se avanza, sin preguntar a dónde, hasta que llega el primero que no esperamos con la misma ilusión que el anterior. No sabríamos decir cuál fue ni por qué. No es el paso de los años ni las tristezas y miserias que nos empieza a devolver el espejo.  Es esa pendiente por la que bajamos aceleradamente y a la que ni siquiera fuimos conscientes de habernos subido. Son los huecos alrededor y las sombras en los álbumes. Pero un cumpleaños, por una misma y por tod

Crónica de la excepción. Día 67

Voy a escribir, pero no tengo ganas. Porque seguimos parapetados en la excepcionalidad, por muchas fases y desescaladas que nos prometan, rodeados por un virus invisible, pero presente como nunca lo estuvo nada. Unos, los optimistas, lanzados a la calle, seguros tras las teorías conspirativas o las profecías de finales felices a punto de llegar. Otros, paralizados en una situación de difícil descripción: quiero la normalidad, pero la temo; quiero mi vida, pero sé que la he perdido; necesito la gente, pero en mi medicina puede estar mi perdición. Y aún así quiero escribir porque la escritura es un restañar de heridas, un paréntesis en el bucle mental, una bocanada de aire al llegar a la superficie... Y aún queriendo, y debiendo, escribir, la paralización de hoy es tal que recurro a algo ya escrito en otro blog de andadura y objetivos diferentes a este. Si a alguien le suena, me he autocopiado. Se llamaba la entrada «Los buenos tiempos». El problema de los b

Crónica de la excepción. Día 66

¿Alguien podría decirle a periodistas, políticos, tertulianos y habladores profesionales en general que modifiquen ligerísimamente su lenguaje para no repetir hasta la saciedad un  pleonasmo  innecesario que oímos continuamente? Cita previa .  Pues no, señores míos, las citas son citas y quien alguna vez haya tenido una —de cualquier índole: profesional, médica, amistosa o incluso amorosa— sabrá que la ha concertado previamente , es decir, que las partes interesadas se han puesto de acuerdo en cuándo y en dónde verse para hacer lo que tuvieran que hacer. Cuando nos citamos, hemos elegido día, hora y lugar y la otra parte es conocedora de todas esas circunstancias, con lo cual el encuentro se producirá a menos que uno de los dos fallé, que también es corriente, con excusa o sin ella. Los pleonasmos son innecesarios en nuestro lenguaje cotidiano, repiten algo que ya está implícito y recargan un lenguaje que, por su propia naturaleza, tiende a la economía.  Además, si los

Crónica de la excepción. Día 65

A pesar de que ayer anunciaron lluvias y tormentas, no ha podido amanecer el día más radiante y soleado. Julieta ha decidido que las tibias baldosas de la terraza trasera eran el sitio idóneo para solazarse y se ha dedicado un rato a dar vueltas sobre sí misma y a mirarnos, intentado provocar el juego. No nos veía muy por la labor, extrañada de que aquel regalo maravilloso no nos sedujera como lo hacía con ella: sol, espacio, unas peticiones de mimos, un ratito de ocio... qué sabe ella de preocupaciones o de futuros inciertos. O mejor aún: sabe mucho. Sabe que es el momento; el aquí y el ahora lo único que nos da las treguas necesarias para vivir con la serenidad que esta vida reclama. Tener un ser pequeñito que te pone los pies en el suelo, que te indica con sus gestos naturales y precisos dónde y por qué está lo que vale, no tiene precio. Y en estos días, que empezaron en el ya lejano mes de marzo, y que se alargan parece que indefinidamente, mucho más. Juli

Crónica de la excepción. Día 64

Ha muerto  Juan Genovés  esta madrugada. Para los amantes del arte será alguien muy conocido por su trayectoria y sus valoradas obras. Pero para una gran mayoría, quizá no interesados ni entendidos en arte,  solo —y nada menos— será recordado por su obra El abrazo — expuesta actualmente en el Reina Sofía e inspiradora de la escultura del mismo título instalada en la plaza de Antón Martín, de Madrid—, símbolo de concordia y reconciliación. Más actual que nunca está hoy esta obra de arte y, tristemente, por su imposibilidad en una doble vertiente. Por un lado, su imposibilidad física, debido al distanciamiento entre personas que parece ser la única arma contra este virus asesino que nos ha dado la vuelta a la vida. Y por otro, su imposibilidad social porque vivimos tiempos de alejamiento de posturas, de radicalizaciones partidistas y de enrocamiento en posiciones de las que se espera sacar rédito político. Atrás quedaron los tiempos de los acercamientos, de las con

Crónica de la excepción. Día 62

Hace poco más de dos meses, en uno de nuestros turisteos , está hecha esta fotografía. Un paseo por la playa antes de la comida, un ratito al sol, una quejas leves por el viento, que estropeaba algo una magnífica mañana... Todo tan normal y tan corriente, tan sencillo, que apenas merecía unos comentarios sobre la primavera que ya se nos venía encima y sobre los planes que el buen tiempo nos iba a permitir hacer. Pronto más y mejor. Ese o parecidos son los comentarios que se hacen en la normalidad, en la rutina que también suele tener nuestro ocio. Ahora, a la espera de la nueva normalidad , le damos a cada uno de los actos y los gestos; a las miradas sobre el paisaje, a la mezcla con la gente, el justo valor que tiene y que añoramos. Mirando hacia la calle, tan inocente y tan peligrosa a la vez, hacemos una lista mental de las satisfacciones que ninguneábamos y que vamos a colocar en el altar de las pequeñas felicidades. Cada cual tendrá las suyas, pero no os v

Crónica de la excepción. Día 61

Hoy hace once años que falleció Antonio Vega. Un icono del pop español, con sus composiciones mil veces coreadas y sus versiones desgarradas de éxitos ajenos —como el mítico Me quedo contigo —, cuya vida malgastada en apenas 51 años nos dejó algunas de las canciones que todavía nos ponen la piel de gallina. Y es que hoy, casualidades, me desperté tarareando La chica de ayer , que es una historia de amor y de desamor, pero que también es mucho más que eso.  Es la nostalgia en estado puro, la desazón por lo perdido, la angustia de lo que se fue y nunca más se volverá a ser. Es la tristeza de echar la vista atrás, el desasosiego de lo irrecuperable, la melancolía de lo pasado, la llamada desesperada, el adiós imparable, la despedida eterna, el tiempo desperdiciado... La pena infinita. Será el tiempo; será ver a la gente en las calles como si nada hubiera pasado; será no saber si habrá un verano que nos redima de todo esto; será ese pasar página que algunos están intentan

Crónica de la excepción. Día 60

Hoy quería escribir de muchas cosas positivas: de que ha salido el sol, de que muchos de nuestros compatriotas entran ilusionados en una nueva fase de desescalada , de que baja la cifra de muertos y de contagiados, de que quizá el verano nos traiga un respiro que buena falta nos hace... Pero la primera noticia que he visto, por casualidad, es la que ilustra esta fotografía: miles de vecinos de un barrio del sur de Madrid, Aluche, se plantaron en la calle a las cuatro de la madrugada del sábado y esperaron más de siete horas porque se iban a repartir unas bolsas con arroz, aceite, huevos, harina y un puñado de judías verdes y manzanas. Para los primeros 400 afortunados, además, un kilo de pollo. Para los niños, un bote de Nesquik o Nutella. Y ya se jodió el día. Porque el dolor que produce esa situación es un dolor que se transmite con tanta fuerza como el virus y las emociones que se desatan —desde nuestra casa con la nevera llena— son tan angustiosas que el cielo se oscure

Crónica de la excepción. Día 59

La naturaleza ha decidido echarnos una mano y ha dado un pasito atrás en esta primavera-verano que teníamos encima. Hoy ha amanecido lloviendo y la temperatura ha bajado considerablemente. Parece que vamos a entrar así en la próxima semana y será el clima generalizado en casi toda la península. Menos mal: el descerebramiento que habíamos ido observando en la gente (ya sé que otros muchos son cumplidores a rajatabla, no es esto algo que se dude) estaba llevándonos a ciertos repuntes (tímidos, pero ahí están) que ha hecho imposible que algunas comunidades o provincias pasen a la famosa fase 1, donde se abriría algo más la mano. Las quejas no han tardado en oírse: que si hay razones políticas, que si pagan justos por pecadores, que si quién pone los marcadores... En fin, quejas fruto del aburrimiento, de la desesperación económica o, por supuesto también, del quéproponesquemeopongo , aspecto este muy de nuestra idiosincracia. La mayor parte de Cataluña se ha quedado en

Crónica de la excepción. Día 58

Hoy ha habido dos noticias. Una, que nos quedamos en la fase cero del confinamiento y dos, que he ido a la peluquería. Habrá quien diga que qué desfachatez meter ambas cosas en el mismo saco de las novedades dignas de ser reseñadas.  Y puede que no le falte razón y se la doy, faltaría más, pero tengo mi propia teoría sobre ello. En esta vida, sustentamos lo que somos en base a lo que nos pasa y a cómo lo vivimos. Así, una tragedia puede ser solo un pequeño tropezón para algunos o bien las minucias cotidianas, el empedrado de la infelicidad para otros. Nos movemos, pues, en dos ámbitos que a veces se entrecruzan, se potencian negativamente el uno al otro o se ayudan mutuamente en el sobrellevar de los días. El ámbito exterior es lo que sucede fuera de nuestro pequeño mundo, pero que influye poderosamente en él. Estamos atentos cuando de ese ámbito devienen acontecimientos que van a marcar poderosamente nuestro futuro más inmediato; es decir, le damos más importanc

Crónica de la excepción. Día 57

Híbrido/da : Del latín hybrida. 1. adj. Dicho de un animal o vegetal: Procreado por dos individuos de distinta especie. U.t.c.s. 2. adj. Dicho de una cosa: Que es producto de elementos de distinta naturaleza. 3. adj. Biol.  Dicho de un individuo: De padres genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter. 4. adj. Mec. Dicho de un motor y, por ext., de un vehículo: Que puede funcionar tanto con combustible como con electricidad. U.t.c.s.m. Y esto es todo lo que puedo deciros sobre lo que es algo híbrido o híbrida. En la foto os he puesto a un híbrido querido, con su nombre, que se llamaba Carbonero y que nos dio muchos días gloriosos en veranos añorados.  Haber sido producto de padre y madre de distinta naturaleza y ser él mismo un ente extraño, sin derecho a reproducción, no le privó de ser importante, trabajador, y estar perfectamente diseñado para ejecutar todo aquello que se le exigía. Su cuerpo, su mente, sus sentidos, sus músculos; cada una de las

Crónica de la excepción. Día 56

Nos encerramos aquí en un marzo invernal, donde cabían las botas, los jerséis, los cuellos vueltos, los foulards y los plumas más abrigaditos y he salido esta mañana a la terraza, en la que aún no daba el sol, y ya me sobraba todo. No sé si habrá 20 grados o 22 o 24, pero el aire era tan tibio y dulce que, por fin, me he dado cuenta de que estábamos en el mayo florido que nos merecemos tras tanto sacrificio. Mirad cómo está la calle: los árboles enseñoreados, con unas copas frondosas que plantan cara al asfalto, a los coches (escasos, eso sí), al cemento. Bendito sea llenarse los ojos de verde y los oídos de cantos de pajarillos en los que antes ni siquiera reparábamos. Respirando a pleno pulmón —porque el aire también está agradecido a esta tregua impuesta— me he dedicado a curiosear y fabular sobre la vida de mi vecindario, tan absolutamente invisible para mí hasta estos días. No es del todo cierto, a estos primeros los miro muchas veces. Con sus bicis de varios

Crónica de la excepción. Día 55

Después de unos cuántos días sin ganas ni cuerpo para escribir, vuelvo a la carga. Y así, a lo tonto, han pasado ocho días y estamos, como quien no quiere la cosa, en el florido mayo y en la fase cero de este proceso que nos va a llevar a la nueva normalidad , sea esto lo que sea. Después de un bache de salud, después de ver el maravilloso ocaso de anoche y después de ver el espléndido y cálido día que nos ha regalado la primavera, ¿quién tiene cuerpo para criticar todo lo que se ha hecho mal —que se ha hecho—, todo lo que va mal —que va— y todo lo que podría cambiarse —que lo hay—? Pues yo no lo tengo y por eso voy a hacer una crónica leve y ligera, sin punta ni filo, que tiempo habrá. Una crónica alejada del peligro que estamos viviendo, de las mezquindades que estamos viendo y de las estulticias que estamos oyendo. Porque en este paréntesis he celebrado el día del título maravilloso que me han otorgado mis tres hijos y que concentra todo el amor del mundo y, además,