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Mostrando entradas de marzo 25, 2018

Escribo para mi gato. Hoy, croquetas.

Esta tarde tengo clase. La única tarde de la semana. Es por esa maldita asignatura que arrastro desde el curso pasado: una mezcla de desesperanza y desidia hizo que la suspendiera y ahora no me queda más que seguir el plan de recuperación que me imponen en el bachillerato. Y, sin embargo, mientras me arreglo por las mañanas, voy silbando bajito mientras le sonrío al espejo. Y la razón no es otra más que hoy tocan croquetas. La abuela me espera sobre las tres de la tarde –la excusa perfecta es que la casa me queda lejos para ir y volver en esa escasa horilla que tengo- con una fragante fuente de croquetas recién hechas, cuyo olor ya me traspone mientras me peleo para meter la bici en el ascensor. Ella ya ha comido. Sus horarios octogenarios le ponen las tres de la tarde más cerca de la merienda que del almuerzo. A mí me espera una mesa puesta con las croquetas en el altar mayor. La beso con todo el cariño en los labios aunque el cuello ya se me alargue pasillo adelante, camino de