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Mostrando entradas de marzo 17, 2016

Mi ciudad

Me he levantado temprano pero, aún así, el cielo ya estaba teñido de colores. El sol se levanta entre terrazas y antenas. No descubre en su salida montes ni ríos; playas ni campos. No ilumina senderos ni bosques. No señala el camino de solitarios paseantes. Enciende el asfalto. Acompaña el ajetreo y el ruido. Sorprende el trabajo, el bullicio y la prisa. En la esquina del mercado, en el andén del metro, en cualquiera de sus calles, mi ciudad se despereza apresurada, como siempre. Mi ciudad es una piña, un girasol, una mazorca, una colmena, un racimo... donde el roce no hace el cariño. No hay resquicios ni espacios entre cuerpos. Un camarote de los Marx inmenso, más atestado que nunca. Mi ciudad son doscientas sesenta mil personas -quizá algunas almas menos- recolocándose en doce quilómetros cuadrados. Mi ciudad revienta por las costuras de la vida mientras oye hablar cien lenguas y vibrar mil músicas. Mi ciudad es un cruce de caminos. Mi ciudad es una patera que llevó a la