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Mostrando entradas de junio 14, 2015

Lo que una mosca molesta puede traer de bueno

Tumbada en la terraza al sol, ya implacable, de junio oigo zumbar una mosca veraniega atraída por mi piel. Nada hay más molesto en el indolente verano que esos pequeños insectos, insistentes y tenaces, que zumban a nuestro alrededor. Sin embargo, quizá porque, recién salida del melancólico invierno, me siento a gusto bajo el sol, esta mosca y su zumbido me traen los mejores recuerdos. Hasta mí llega todo lo que otros veranos llenó mi mundo. Los tomates, carnosos, salpicados con sal gorda por mi abuela. El chirrido del trillo en la era. Los campanillos de los mulos volviendo al mediodía hacia casa. El rezumado fresco del botijo. El tacto áspero y duro de las crines del Sevillano. El perfume del jazmín al atardecer. Los cacharritos de jugar en el patio de mi mamá Anica. Las piedras recién regadas de la calle. La cal de la peana reverberando al sol. La butaca balanceándose en el fresco de la noche. El silencio espeso de la siesta. El tañido de las campanas llamando a misa. E