Hoy era el gran día para los niños. Todos, como los noticiarios se encargaban de recordarnos, se sabían las normas al dedillo: en un kilómetro alrededor de casa, una hora como máximo, sin poder subirse a los columpios y sin jugar con otros niños con los que se encontraran. Así que, después de desayunar y poco más, nos hemos ido al balcón a ver pasar niños. Y los hemos visto: en carrito, más pequeños, más mayorcitos, con patinetes, de la mano de sus padres, caminando y saltando pizpiretos cerca de ellos, cantarines, saludando a gente conocida que, a su vez, los saludaba desde sus balcones... Y nosotras los señalábamos tan alborozadas como ellos. Parecía un hecho extraordinario y palmoteábamos contentas al ver otro y otro y otros más allá. Era como si una especie en peligro de extinción hubiera, de repente, decidido hacerse presente y salir de sus escondrijos, donde quiera que estos estuvieran. Y la ocasión merecía inmortalizarse con estas fotografías qu...