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Mostrando entradas de diciembre, 2014

No al vintage, sí al viejunismo

Hace muy poquito que sigo el blog cuya cabecera he puesto como imagen. Y es que es un blog sobre comida. Y la comida es una de las, digamos, cinco cosas que menos me importan en la vida. Vamos, que yo seré feliz el día en que desayunemos, comamos, merendemos y cenemos con una pastillita. Y digo esto a riesgo de perder los poquísimos lectores que tengo. Porque no gustarte la comida es un pecado muy grande. Un pecado que cuesta perdonar. Porque el ser humano viene de una larguísima historia de lucha contra el hambre; de lucha por la pura supervivencia. Y muchas de las grandes obras de la humanidad -pictóricas, literarias, sociales...- han surgido desde el hambre y para saciar el hambre. Y sus personajes son seres acuciados por el hambre y movidos por el trabajo cotidiano de llevar algo a la mesa. Y, claro, luchar contra la historia de la humanidad es muy difícil. La gente arruga la nariz cuando me dejo cosas en el plato, cuando pellizco y remuevo disimuladamente lo que tengo en