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Mostrando entradas de 2023

Un solo, y completo, deseo

Viajamos en una nave que completa hoy su trayecto alrededor del sol, cerrando así un ciclo de vida. Cuando lleguen las doce y las campanadas den fe del cambio de año, entre los gestos rituales de las uvas, el cava y las sonrisas, hemos de sacar unos segundos para pedir deseos para nosotros y para aquellos que apreciamos y que pueblan nuestro mundo.  Es difícil elegir algo de entre todo lo que nos falta o de entre todo lo que se tiene y se quiere conservar. Solemos resumirlo precipitadamente en salud y que el año que se inicia sea mejor que el anterior. Algunos se aventuran a pedir que se cumpla un sueño que llevan largo tiempo acariciando. Los más conformistas piden quedarse como están. Los perezosos hacen suyos los deseos comunes y piden paz y alegría en el mundo, como si eso no dependiera de que se cumplan miles de anhelos previos. Hay quien esconde deseos, demasiado arriesgados para nombrarlos, y espera que se cumplan mágicamente solo por no decirlos en voz alta. Esperan que este qu

La alegría del reencuentro

Anoche, como otras veces desde hace ya unos años, nos reunimos un grupo de amigos que habíamos cursado juntos la EGB. Con algunos de ellos comentamos qué ha hecho que lo que comenzó como algo puntual, del que no sabríamos el recorrido que tendría, se haya convertido en una cita que esperamos con expectación. Conocemos otros casos de reencuentros de exalumnos, pero todos ellos han quedado en una o dos citas y el entusiasmo inicial se ha diluido como un azucarillo. No sabemos las razones que nos impulsan a nosotros a querer seguir viéndonos; no sabemos por qué reímos y charlamos con naturalidad; por qué, a pesar de nuestras historias y caminos tan diferentes, hallamos placer en vernos, en abrazarnos, en recordar el pasado y en ponernos al día de nuestros presentes... No es la afinidad, porque somos un grupo heterogéneo en ideas, situación personal y vida recorrida; no es la recuperación de íntimos amigos, porque con algunos teníamos poco trato en aquel entonces y su imagen incluso se nos

Por todos. Entre los Santos y los Difuntos

Por todos los que no están y que queremos tanto. Por los que esperan el reencuentro y les hablan cada día con la fe ciega de que son escuchados y sus ruegos atendidos. Por los que saben que el reencuentro solo está en su corazón y su cabeza y que sucede cada día de su vida en el que los recuerdan. Por los que fueron santos y bellos y por ello nos vienen las lágrimas a los ojos y el pellizco al corazón. Por los que no fueron ni tan santos ni tan bellos y por ello, también, nos vienen las lágrimas a los ojos y el pellizco al corazón. Por todas las historias nuestras que se llevaron con ellos y por todas las suyas con las que nos quedamos. Por las fotografías que los muestran jóvenes, ilusionados y con todos los caminos por recorrer. Por ese momento mágico en el que creemos oírlos pronunciar nuestro nombre y creemos, al doblar una esquina, haber visto su pelo o su silueta. Por quien los llora hayan pasado los años que hayan pasado. Por quien los olvidó y, así, les dio muerte de nuevo. Por

Veranos

El sonido de las cortinas de cabos. Los polos caseros. Las siestas en las albercas. Las tajadas de melón. Las pipas en un banco. El cine de verano. Los botijos de tacto áspero. Las moscas. Las salamanquesas en torno a la luz. Las moñas de jazmines. Los primos. Las noches estrelladas. Las ferias. Los cortes de helado. Los trenes interminables y abarrotados. La sombrilla, la toalla y los balones de Nivea. Las postales. La sal en la piel. Las partidas y las llegadas. Las maletas. La luz. La vida plena. Las promesas. El futuro. El verano... Imagen: sacada de internet, me ha traído a la memoria un sonido olvidado.  

Adiós a una mujer buena

De todas las personas que he conocido, a nadie como a Ana Mari la definían menos sus poses y sus gestos en las fotografías. Ese tema era objeto de comentarios divertidos y cariñosos cada vez que repasábamos un álbum: vaya cara, qué pose, jajajajaja ...  Porque Ana Mari era, a pesar de ese aspecto intimidante que, no sabemos el porqué, retrataban las fotos -y como decía Machado-  en el buen sentido de la palabra, buena .  Buena con los suyos y con los ajenos. Buena en el trato, en la palabra, en el hecho y en la omisión. Buena por carácter y convicción. Buena de corazón. Olvidaré los últimos días, y su imagen frágil y delicada, porque esa persona que se acababa ya no era ella. Y, por ello, la recordaré por siempre toda energía y fortaleza. La recordaré entre los fogones, haciéndole a cada uno lo que más le gustaba. La recordaré descalza, en la terraza, regando con brío sus esplendorosas macetas. La recordaré diciendo hijomíoooo , como el máximo y único reproche que se permitía hacer cua

Un día...

Un día saltas sobre los charcos y al siguiente corres a recoger la ropa porque llueve. Un día comes pipas sentada en un tranquillo y al siguiente reservas mesa con semanas de antelación. Un día haces el pino-puente en los columpios y al siguiente te cuesta levantarte del sofá. Un día te haces íntima de quien se tira contigo por el tobogán y al siguiente hace meses que debes una llamada telefónica. Un día esperas las vacaciones con alegría infinita y al siguiente te agobia tener que hacer maletas. Un día te sobra gente que te coge de la mano y al siguiente solo acaricias sus fotos. Un día te agobian los consejos de tu madre y al siguiente agobias con consejos a tus hijos. Un día duermes doce horas del tirón y al siguiente podrías hacer todas las imaginarias de la noche. Un día te llaman niña y chiquita  y al siguiente no te apean de señora. Un día todo te queda bien y al siguiente todo desluce. Un día no sabes ni que tienes cuerpo y al siguiente no hay rinconcillo sin dolor. Un día se a

Leer

  Leer te da las alas que te faltan, las esperanzas que se perdieron, los sueños incumplidos. Leer te lleva donde nunca estuviste y a donde nunca volverás. Leer te muda de piel, te cambia de ideas, te vuelve del revés, te descose las costuras, te cuestiona los principios. Leer te sumerge en el mar, te eleva hasta el cielo, te enseña la última galaxia y el primer día de la creación. Leer te devuelve a la juventud, a los brazos de tu abuela, a los amores y amigos de verano. Leer te multiplica las vidas, te resta los silencios, te suma las alegrías, te divide las calamidades. Leer. Siempre leer. Feliz día del libro. Y felices los restantes.

Julieta cumple años.

Esta perfecta criatura que aquí posa en inverosímil postura llegó al mundo un día de marzo de 2016. No sabemos cuál exactamente porque los dueños del campo donde su madre dio a luz no estaban por anotar natalicios. Decidimos escogerle un día de cumpleaños variable: el 20 o 21 de marzo, cuando en cada año entrara la primavera. Porque ella vino al mundo para traer primavera a nuestra casa. Porque la primavera no es solo una estación del año: es ilusión, despertares, ganas de sacudirse la pereza y la tristeza, sol tibio, ternura, reconciliación con la vida, esperanza, ciclos que se abren, ciclos que se cierran... Todo eso, y más, nos regala sin condiciones, con generosidad, nuestra Julieta.  Con su confianza en nosotros y su belleza serena se pasea elegantemente en casa la primavera cada día de nuestra vida. Felicidades, Julietinchi, te queremos. Imagen: la contorsionista en plena siesta.  

Me gustas tú.

Te gustan los chicharrones. Te gustan los perrillos cariñosos. Te gustan la fiesta y el colegueo. Te gustan todos los bichillos del campo y el aire libre. Te gusta bromear con tu hermano y chinchar a tu hermanita chica. Te gusta llamarme madre y mamita. Te gusta el gym y ponerte fuerte. Te gusta viajar. Te gusta moverte en moto y leer cositas de campo. Te gustan la risa y la familia. Te gusta la buena gente. Te gustan los guisitos. Y a mí me gustas tú desde que naciste. Y hasta el último día de mi vida. Feliz cumpleaños, alegría de mi casa. Imagen: mi Martín chiquitillo y yo. 1998. 

Día Internacional de la Croqueta

A mi madre no le gustaba cocinar (cosa que yo he heredado y lo llevo como puedo). Pero, como no había cocinera en casa, ni Glovos, ni se estilaba comer fuera, ese ejercicio obligatorio lo hacía cada día, con más o menos resignación.  Aún así, con esa combinación de una madre a quien no le gustaba cocinar y una hija a quien no le gustaba comer, tengo en mi memoria sabores irrecuperables que salían de sus manos y que, a veces, en días especialmente oscuros, daría lo que fuera por llevarme a la boca. Que si gazpachuelo, que si albóndigas de pescado, que si tortas de caña, que si salsa de almendras... Nunca le pedí las recetas, un poco porque yo huía de la cocina como de la peste y un poco porque vivimos como si la gente querida no nos fuera a faltar nunca y dejamos que a un día suceda otro sin pensar que hay un último. Toda esta previa viene a que hoy he leído que es el Día Internacional de la Croqueta y, en vez de recordar croquetas jugosas, croquetas exóticas, croquetas elaboradas con l