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Mostrando entradas de marzo, 2024

Relojes atrasados

Hoy es el día en que mi madre no adelantaba los relojes. Cuando llegábamos en verano, el de porcelana sostenido por dos cisnes imposibles marcaba, irremediablemente, una hora menos. Solo había que hacer una sencilla resta, decía ella, y así nos esforzábamos en mirar la hora con concentración. Si ojeábamos el suyo de pulsera, allí estaba también la hora de menos. Decía ella que en octubre volverían a estar en hora. Que solo había que esperar. Y así es, con paciencia vuelven las cosas a su ser, a su sitio, a donde de nunca debieron salir. Cuando toca cambiar los relojes, como en tantas otras ocasiones, me acuerdo de mi madre. Imagen: mi jovencísima madre. Cuando aún todo estaba siempre en su sitio, incluso los relojes.  

Feliz cumpleaños

  "A menudo los hijos se nos parecen..." canta el poeta. O eso quisiéramos. Y buscamos en su boquita, en sus gestos, en sus andares... rastros de nosotros o de los que nos precedieron y a quienes dicen que nos parecemos. Así, desde que naciste, Martín querido, busco en ti, y hallo, la inmortalidad, la certeza de haberle ganado la partida al destino, el triunfo de saberme otro y la misma. Y celebro cada día de tenerte a mi lado aunque ya no caminemos al compás por el mismo camino, siempre teniéndote a la vista. Hoy, a veintisiete años de tu nacimiento, rebusco entre tantos álbumes y me sorprendo de ser capaz de recordar momentos con la misma intensidad como cuando sucedieron o, por el contrario, de toparme con una imagen de días olvidados. Tenemos muchas fotografías juntos: de besos, de abrazos, de comidas, de juegos... Sin embargo, aquellas en las que encierras tu mano en la mía, como en esta, son las que más me gustan. Porque son la esencia de la maternidad: una mano que aco