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In memoriam

Me dicen que te has ido, Roger,
e imagino la Xopa,
saliendo queda en la negra madrugada.
Ni te importa la oscuridad profunda,
ni la mar inquieta,
ni la incierta singladura.
Marinero en la proa,
armado de ilusiones,
pertrechado de la luna bebida a borbotones;
en compañía de aquellos que pueblan tu memoria.
Sereno, firme,
aliviado de un cuerpo que no te respondía;
vencedor de batallas: al fin, por fin, al cabo.

Me dicen que te has ido, Roger,
e imagino el rugido del Mustang,
anunciando la huida.
Ni te importa la carretera solitaria,
ni el horizonte ancho,
ni la dudosa meta.
Piloto al mando,
seguro en el camino,
explorador gozoso de las rutas ignotas;
escuchando las voces que te hicieron quien eres.
Sereno, firme,
aliviado de un cuerpo que no te respondía;
vencedor de batallas: al fin, por fin, al cabo.

Me dicen que te has ido, Roger,
e imagino tu pluma
levantando su vuelo.
Ni te importa la soledad del escribiente,
la gloria que no llega
ni el ímprobo trabajo.
Creador de futuros,
soñador de presentes,
tejedor de pasados;
devolviendo lo mucho que te dieron los tuyos.
Sereno, firme,
aliviado de un cuerpo que no te respondía;
vencedor de batallas: al fin, por fin, al cabo.

Me dicen que te has ido, Roger,
sin despedirte.
Emplazados quedamos,
en Córdoba, la llana,
o en el Mediterráneo.
En futuros astrales, en pasados soñados.

Te has ido, Roger, sin despedirte,
y el mundo es más pequeño.

A Roger Galisteo Megina, vividor eterno en el más alto y bello sentido de la palabra. Por su amistad y su cariño.
Fotografías: Roger y su Xopa.

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