Y te haces los kilómetros sabiendo que vuelves sin volver.
Porque no se puede volver al abrazo de una abuela, a un cine de verano, a los bancos del paseo donde se cruzan las primeras miradas de deseo, a bañarte en una alberca, a oír los campanillos de los mulos.
No se puede volver a las calles empedradas, a las noches en el zaguán, a que manos queridas te monden las pipas, a retreparte en una silla de enea, a la feria con amigas, a la tienda de Silvestre.
No se puede volver a llenar un cántaro, a guardar sitio en las pilas, a sentarse en un tranquillo a ver pasar la vida, a que te pregunten de quién eres.
No se puede volver a esperar la alsina de Málaga, a ver los carteles del cine de Pavón, a comprar magnesia en un cartuchito, a subir a la carretera a ver cómo anochece.
No se puede volver a la Galaxy, a comer pimientos en los Vaqueros, a encargar un jersey en las Arjonas, a aguantar las miradas subiendo frente al Estrecho.
No se puede volver a escuchar los chascarrillos de tu abuelo, a ponerse los jazmines en el pelo, a jugar con tus primos, a entrar en la iglesia a ponerte el agua bendita, a recogerte de madrugada saludando a los vecinos, a los tejeringos en un junco.
No se puede volver a cerrar la puerta con una silla, a dormir en la cámara sin sentir el calor, a que te llamaran Ana Mari cincuenta veces al día, a las trenzas, a las sierritas en los dientes, a la cal reverberando por la siesta.
Y aún sabiendo que no puedes volver, vuelves. Y te resignas. Y te enjugas una lágrima y das gracias porque, sin poder volver, un día lo tuviste.
Imagen: la sierra desde el cementerio.
Hoy escribiendo los recuerdos, has vuelto. Has vuelto con el regalo mas bonito en forma de Homensje.
ResponderEliminarUna manera de volver preciosa
Me ha encantando esta nostalgia positiva que contempla y disfruta. Gracias Ana
ResponderEliminarQue bonito lo que has escrito, también me ha traído recuerdos de los veranos en el pueblo de mis abuelos, Cantoría, de Almería, qué tiempos y qué recuerdos!
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