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El aire huele a Navidad

Hemos salido a dar un paseo en este último sábado de noviembre.
Nuestra niña de la mano. Nueve añitos. No le da vergüenza ir con nosotros, ni abrazarnos en público, ni salir corriendo a darnos un beso entre la gente.
El aire huele ya a la Navidad. Estaban colocando las luces. En algunos sitios ya estaban puestas pero sin encender todavía. La crisis ha llevado a una moderación que debía ser de sentido común: aún con las castañas en la boca debíamos lanzarnos a cantar villancicos y salir en tropel a hacer las compras.
Es mejor así: un cierto "olor" a Navidad sin tenerla del todo presente, un cosquilleo ante lo que se avecina -familia, comidas, regalos, recuerdos- y una espera dulce cuando aún se tienen niños en casa.
A veces todavía nos sorprendemos de lo poco que se necesita para sentirse felices unos instantes. Buscamos con ansia la felicidad cuando deberíamos conformarnos, como decía el gran Aberasturi, con ser "moderadamente felices".
Bienvenida esta sensación.

(Imagen: lucesdenavidad.com)

Comentarios

  1. Huele a Navidad y a frivolidad, con lo que está cayendo.
    Huele a Navidad y a nostalgia.
    Huele a Navidad y a recuerdos entrañables.
    Pero sobre todo huele a Navidad y a niñez.
    "Donde hay niños hay alegria". Disfrutemos, pues de ellos y con ellos de las fechas que, irremediablemete, se avecinan.
    Un beso.

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