Ir al contenido principal

¿Qué queda de ti en ti?

La ves sentada en el pretil del puente, o cerca de las vías, o en un banco, o en el tranquillo de su casa... ¿qué tienes en común con ella?

Si pudieras sentarte a su lado y entablar conversación, ¿qué le dirías? ¿Podría entender tu vida de ahora, aceptar lo que piensas? ¿Entendería tus renuncias o tú entenderías sus sueños?

De todas las cosas falsas que se dicen para llenar silencios una de las más falsas es esa de que en nosotros siguen viviendo los niños que fuimos.

Esos niños y adolescentes y jóvenes se van para no volver.
Se diluyen en los pequeños fracasos cotidianos. Se convierten en sombras en los incendios del corazón. Se ausentan en las mezquindades que haces y te hacen. Desaparecen en pequeños trozos con aquellos que marchan para siempre.

Yo suelo pensar en ella. En la que fui y ya no soy. La añoro porque era idealista y optimista. La recuerdo llena de planes y de ideas. Con un mundo personal rico y extenso. Inmersa en el entorno adulto por ser hija única. Sin tiempo para el aburrimiento. Buscando la luz desesperadamente. Exultante cuando se acercaba el verano y el pueblo aparecía en el horizonte.

La recuerdo también impulsiva, dramática, intensa.
Queriéndolo todo y queriéndolo ya. También injusta muchas veces.
Me enternece pensar la de veces que decía "yo nunca..." "yo en la vida..." "cuando yo sea mayor...".
Se imaginaba cambiando el mundo y no cometiendo los errores que tan evidentes se le hacían.

Me sentaría a su lado a oírla sin cansarme. Vería su piel tan tersa como su camino.

Le soplaría al oído cosas que debía hacer y decir antes de que fuera demasiado tarde: "dale un abrazo, pide perdón, párate, escucha, da las gracias...". La vería rechazar los consejos condescendiente. La vería sintiendo pena por lo que ve perdido en mis ojos. La vería, un punto soberbia, preguntándose quién era yo y con qué derecho. Qué teníamos en común. Qué pretendía yo, tan diferente a ella.

No me atrevería a mostrarle el futuro. Habría tantas sombras y tantas agonías que despertarla del sueño del mañana sería una crueldad.

Le daría un abrazo. Ella no entendería. Yo, sí.

Imagen: fotografía personal. Años 70

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va...

" Dime, Niño, de quién eres   todo vestido de blanco.  Soy de la Virgen María  y del Espíritu Santo.  Resuenen con alegría  los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena.  La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va.  Y nosotros nos iremos,  y no volveremos más.  Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús.  Soy de amor en el pesebre  y sufrimiento en la Cruz.  Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena". Poníamos boca abajo el cajón en el que nos había llegado la matanza del pueblo y lo arrimábamos a la pared. Colocábamos con chinchetas en la pared un papel azul oscuro con estrellas, una de ellas con cola brillante. Echábamos viruta marrón, viruta verde... Poníamos un río y un laguito con papel de plata. En un esquina, el pesebre con la mula, el buey, San José, la Virgen y el Niño. En ...

Crónica de la excepción. Día 70

Ayer, 20 de mayo, James Stewart hubiera cumplido años. Nuestra infancia y juventud lo tuvo siempre presente.  En una época en la cual solo había una televisión y los barrios estaban llenos de cines de reestreno y programa doble, no era difícil encontrarse con sus gestos dubitativos y su peculiar voz (cosas del doblaje) casi cada semana.  Sus películas se reponían —alguna, como Qué bello es vivir , era un clásico navideño— y nos era tan cercano como los compatriotas que llenaban las novelas de media tarde o los Estudio 1. Pero esta entrada va de una pequeñísima parte de lo acontecido en su vida y que tiene que ver con otro grande del cine norteamericano, Henry Fonda. Ambos eran amigos, en ese grado en el cual la amistad pasa a ser casi un lazo de sangre. Eso, a pesar de las grandes diferencias que había entre ambos. La mayor de todas, quizá, sus tendencias políticas. Fonda era de izquierdas y Stewart, muy conservador. Su vida discurría paralela hasta que,...

Deseos de fin de año

En esta tesitura del fin de año, todos nos tomamos un tiempo para pedir deseos -para nosotros y para aquellos a quienes queremos- y las listas, sorprendentemente, son coincidentes y contienen tres o cuatro cosas en las que nos ponemos de acuerdo, como por arte de magia, después de todo un año de desencuentros públicos o privados. Mis deseos para el dos mil veinticinco son sencillos y se resumen en tener, ni más ni menos, lo que tenía en esa fotografía tomada una soleada mañana en la galería de mi casa de Miguel Romeu. Y que era, a saber: La salud despreocupada de quien tiene un cuerpo que funciona cada día sin mandar señales. La alegría genuina y el entusiasmo ante lo venidero sin el velo sucio que le ponen las consideraciones negativas. La pasión frente a lo que se hace en cada instante, sin rumiar sobre el momento que pasó o sobre el venidero. La certeza de ser querida porque sí, sin condiciones, porque a eso se viene al mundo. La conformidad con los días y sus afanes y la capacidad ...