Todo me gusta de Muñoz Molina excepto dos cosas.
Primero, su pasión por Nueva York.
Desde la ignorancia más absoluta que me da el no haber viajado allí nunca, puedo decir que es una ciudad que me da grima. Ruidosa, excluyente, prepotente... Desconocida de tan conocida a través de películas, músicas, series, novelas... Símbolo de un país que se considera a sí mismo el ombligo del mundo (cómo será que se llaman "americanos", como si fueran los únicos). Defensores de la paz a través de la guerra. Salvadores. Puritanos. Dueños del universo.
De todos los viajes -miles- que me faltan por hacer sería Nueva York uno de los últimos destinos que elegiría. Cuanto más leo en Muñoz Molina a su favor más me afianzo en mi idea de que renunciaré a ese viaje si me toca en una tómbola.
Me fascina como escenario de tragedias y comedias pero no puedo entender porqué el sabio de Úbeda es capaz de vivir allí la mitad del año. Ninguna de las razones que esgrime en sus libros y artículos, donde la ciudad es el centro, me convence. Más bien me echa para atrás.
Me imagino perdida en una de sus calles numeradas. Con las cervicales destrozadas de mirar hacia arriba como una paleta. Viendo el humillo maloliente que sale de las alcantarillas. Empujada por los policías a caballo. Comiendo -jamás- esos perritos calientes sospechosos de un puesto callejero.
Mi peor pesadilla.
Y segundo, la persona con quien forma pareja: Elvira Lindo.
Debo decir en honor a la verdad que mi antipatía hacia ella se fraguó cuando la autora arremetió con toda la caballería contra los maestros. Creo recordar que el ataque fue a raíz de cómo se fomenta -o se ahuyenta, según ella- la lectura en las aulas. No le quito la razón en el fondo porque en educación -en la escuela, mejor dicho- todo es discutible pero sí se la quito en la forma. Desde su tribuna de escritora mediática se permitió un ataque feroz contra personas que han escogido -desde la vocación- un camino poco agradecido y, a menudo, muy criticado.
Una interpretación retorcida nos llevaría a encontrar las razones en pasadas experiencias negativas en su paso por la escuela. Pero quizá no sea así. Sencillamente aprovechó una oportunidad para verter opiniones polémicas y hacerse visible.
Hacerse visible, sí, porque aunque a ella le moleste y se sienta profundamente ofendida ha sido la autora de Manolito Gafotas y la pareja de Muñoz Molina muchos años y es Elvira Lindo en función de.
Hay que decir que últimamente, y a raíz de los recortes en educación, ha publicado alguna columna en la que ensalza la tarea de los maestros y profesores. Rectificar es de sabios, que dicen.
Pero la pareja que forman me chirría. La mirada serena de Antonio no casa con el rictus forzado de ella.
Y escribo todo esto en un blog perdido entre los miles de millones que hay en el mundo porque estoy segura de que no van a leerlo. Y, en el caso de que lo leyeran, no va a importarles.
Solo los grandes se hieren entre ellos.
Imagen: Retrato de Antonio Muñoz Molina. Jesús de Miguel. Web del autor.
Primero, su pasión por Nueva York.
Desde la ignorancia más absoluta que me da el no haber viajado allí nunca, puedo decir que es una ciudad que me da grima. Ruidosa, excluyente, prepotente... Desconocida de tan conocida a través de películas, músicas, series, novelas... Símbolo de un país que se considera a sí mismo el ombligo del mundo (cómo será que se llaman "americanos", como si fueran los únicos). Defensores de la paz a través de la guerra. Salvadores. Puritanos. Dueños del universo.
De todos los viajes -miles- que me faltan por hacer sería Nueva York uno de los últimos destinos que elegiría. Cuanto más leo en Muñoz Molina a su favor más me afianzo en mi idea de que renunciaré a ese viaje si me toca en una tómbola.
Me fascina como escenario de tragedias y comedias pero no puedo entender porqué el sabio de Úbeda es capaz de vivir allí la mitad del año. Ninguna de las razones que esgrime en sus libros y artículos, donde la ciudad es el centro, me convence. Más bien me echa para atrás.
Me imagino perdida en una de sus calles numeradas. Con las cervicales destrozadas de mirar hacia arriba como una paleta. Viendo el humillo maloliente que sale de las alcantarillas. Empujada por los policías a caballo. Comiendo -jamás- esos perritos calientes sospechosos de un puesto callejero.
Mi peor pesadilla.
Y segundo, la persona con quien forma pareja: Elvira Lindo.
Debo decir en honor a la verdad que mi antipatía hacia ella se fraguó cuando la autora arremetió con toda la caballería contra los maestros. Creo recordar que el ataque fue a raíz de cómo se fomenta -o se ahuyenta, según ella- la lectura en las aulas. No le quito la razón en el fondo porque en educación -en la escuela, mejor dicho- todo es discutible pero sí se la quito en la forma. Desde su tribuna de escritora mediática se permitió un ataque feroz contra personas que han escogido -desde la vocación- un camino poco agradecido y, a menudo, muy criticado.
Una interpretación retorcida nos llevaría a encontrar las razones en pasadas experiencias negativas en su paso por la escuela. Pero quizá no sea así. Sencillamente aprovechó una oportunidad para verter opiniones polémicas y hacerse visible.
Hacerse visible, sí, porque aunque a ella le moleste y se sienta profundamente ofendida ha sido la autora de Manolito Gafotas y la pareja de Muñoz Molina muchos años y es Elvira Lindo en función de.
Hay que decir que últimamente, y a raíz de los recortes en educación, ha publicado alguna columna en la que ensalza la tarea de los maestros y profesores. Rectificar es de sabios, que dicen.
Pero la pareja que forman me chirría. La mirada serena de Antonio no casa con el rictus forzado de ella.
Y escribo todo esto en un blog perdido entre los miles de millones que hay en el mundo porque estoy segura de que no van a leerlo. Y, en el caso de que lo leyeran, no va a importarles.
Solo los grandes se hieren entre ellos.
Imagen: Retrato de Antonio Muñoz Molina. Jesús de Miguel. Web del autor.
Y digo yo... necesita un miembro de la Real Academia definirse en los medios como cónyuge de Elvira Lindo???? Realmente lo necesita? Qué hará si un día deciden separarse? Quizás una rueda de prensa en la Quinta Avenida.
ResponderEliminarJe, je
¿Se define como cónyuge de Elvira Lindo? Eso no lo sabía.
ResponderEliminarPues más me afianzo en mi idea de que es una pareja, cuando menos, rara.