La historia explica que San Martín nació en Hungría, en el año 316. Aunque sus padres eran paganos él se acercó al cristianismo cuando estudiaba en Pavía.
A sus padres -siempre los padres intentando torcer la voluntad de los hijos- no les gustaba el giro que tomaba su vida y le obligaron a ingresar en el ejército.
Es ya siendo soldado cuando sucedió el hecho que tanto se repite y que ha marcado la historia de este santo: entrando en Amiens a caballo se encuentra con un mendigo casi helado. Con la espada parte su capa y la divide para compartirla con él.
La historia deja entrar a la leyenda -o a la historia verdadera, para los creyentes- y resulta ser el mismo Cristo a quien ha tapado.
Para premiarlo por su buena acción Dios concede en este ya frío tiempo unos días de bonanza, el veranillo de San Martín.
Una vez en la carrera eclesiástica es ordenado obispo de Tours en el 371 y muere en el año 397.
Martín se considera un apóstol y un hombre muy influyente en toda la espiritualidad medieval. Ese gesto de Amiens, dar media capa, dicen que fue superado cuando, ya siendo obispo, entrego su túnica entera a un mendigo en un gesto menos conocido.
Cuando vas a tener un hijo una de las mayores preocupaciones -¡inocentes!- es qué nombre va a llevar. Se descartan los muy comunes, los que te recuerdan a alguien que no te acaba de caer bien, los largos, los exóticos, los impronunciables...
En el invierno de 1997 yo buscaba un nombre especial para la criatura especial que habría de llegar al mundo. Y como los nombres evocan muchas cosas escogí Martín no solo por su sonoridad, por su contundencia, por ser breve y sencillo, porque no era muy común -al menos en castellano- sino porque a mí me pareció su leyenda un buen augurio.
Alguien generoso, capaz de compartir, pero no tan irresponsable que no pensara en sí mismo y en las consecuencias personales de sus acciones. Alguien con cualidades para ser feliz.
¿Habrá empapado el nombre a mi hijo de esa inteligencia y esa generosidad?
Esperemos que sí. Dejemos que el tiempo vaya cincelando su carácter y haciéndolo un hombre de bien.
Y que podamos celebrar a su lado, en armonía, muchas onomásticas.
Imagen: cuadro desconocido. Fotografía familiar, 24 de febrero de 2001.
A sus padres -siempre los padres intentando torcer la voluntad de los hijos- no les gustaba el giro que tomaba su vida y le obligaron a ingresar en el ejército.
Es ya siendo soldado cuando sucedió el hecho que tanto se repite y que ha marcado la historia de este santo: entrando en Amiens a caballo se encuentra con un mendigo casi helado. Con la espada parte su capa y la divide para compartirla con él.
La historia deja entrar a la leyenda -o a la historia verdadera, para los creyentes- y resulta ser el mismo Cristo a quien ha tapado.
Para premiarlo por su buena acción Dios concede en este ya frío tiempo unos días de bonanza, el veranillo de San Martín.
Una vez en la carrera eclesiástica es ordenado obispo de Tours en el 371 y muere en el año 397.
Martín se considera un apóstol y un hombre muy influyente en toda la espiritualidad medieval. Ese gesto de Amiens, dar media capa, dicen que fue superado cuando, ya siendo obispo, entrego su túnica entera a un mendigo en un gesto menos conocido.
En el invierno de 1997 yo buscaba un nombre especial para la criatura especial que habría de llegar al mundo. Y como los nombres evocan muchas cosas escogí Martín no solo por su sonoridad, por su contundencia, por ser breve y sencillo, porque no era muy común -al menos en castellano- sino porque a mí me pareció su leyenda un buen augurio.
Alguien generoso, capaz de compartir, pero no tan irresponsable que no pensara en sí mismo y en las consecuencias personales de sus acciones. Alguien con cualidades para ser feliz.
¿Habrá empapado el nombre a mi hijo de esa inteligencia y esa generosidad?
Esperemos que sí. Dejemos que el tiempo vaya cincelando su carácter y haciéndolo un hombre de bien.
Y que podamos celebrar a su lado, en armonía, muchas onomásticas.
Imagen: cuadro desconocido. Fotografía familiar, 24 de febrero de 2001.
Generoso, sí lo es. Y si no, que se lo digan a su hermano de moco!!!
ResponderEliminarY guapo, y seductor, y buena gente.
Muchas felicidades también desde aquí.
Besos para todos.
Gracias por el cariño que le tenéis. Esperemos que se haga un adulto valioso.
EliminarUn abrazo.
¿Acaso lo dudas?
ResponderEliminarToda yo soy una duda con patas.
EliminarBesitos.