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Vivir en una ranchera

¿Os habéis fijado en las letras de las rancheras?

Ahí está la justicia divina y, más importante, la humana. La que podemos saborear sin esperar a ese paraíso del que nadie ha venido a darnos cumplida cuenta.

Si pudiéramos vivir en una ranchera no tendríamos que preocuparnos de las traiciones, de las desgracias, de los males de amores, de los despechos, de los desprecios, de la indiferencia, del dolor de corazón.

Los malos encontrarían su penitencia. Los buenos, su recompensa. Los amados, su gloria. Los rechazados, su venganza. La paciencia infinita  llevaría siempre a buen puerto. Lo mejor estaría siempre por suceder.

¡Qué fácil sería vivir en una ranchera!

"Por eso aún estoy en el lugar de siempre
en la misma ciudad y con la misma gente
para que tú al volver no encuentres nada extraño
y sea como ayer y nunca más dejarnos."



"Y te voy a enseñar a querer

porque tú no has querido.
¡Ya verás lo que vas a aprender

cuando vivas conmigo!"



"Échame a mí la culpa
de lo que pasa
cúbrete tú la espalda
con mi dolor,
y allá en el otro mundo
que en vez de infierno
encuentres gloria
y que una nube
de tu memoria me borre a mí."


"Yo sé bien que estoy afuera
pero el día que yo me muera
sé que tendrás que llorar, llorar y llorar.
Con dinero y sin dinero
yo hago siempre lo que quiero
y mi palabra es la ley."


"Nos dejamos hace tiempo
pero me llegó el momento de perder.
Tú tenías mucha razón.
Le hago caso al corazón
y me muerto por volver."


"Es la historia de un amor
como no habrá otra igual.
Que me hizo comprender
todo el bien, todo el mal."


"Te vas porque yo quiero que te vayas.
A la hora que yo quiera te detengo.
Yo sé que mi cariño te hace falta
porque quieras o no yo soy tu dueño."


"Cuando te hablen de amor y de ilusiones
y te ofrezcan el sol y el cielo entero
si te acuerdas de mí no me menciones
porque vas a sentir amor del bueno.
Y si quieren saber de tu pasado
es preciso decir una mentira:
di que vienes de allá, de un mundo raro.
Que no sabes llorar,
que no entiendes de amor
y que nunca has amado".


"Yo soy el aventurero
el mundo me importa poco.
Yo hago de mí lo que quiero.
Soy honrado y buen amigo
vacilador  más sincero."


"Ojalá que te vaya bonito.
Ojalá que se acaben tus penas.
Que te digan que yo ya no existo,
que conozcas personas más buenas.
Que te den lo que no pude darte
aunque yo te haya dado de todo.
Nunca más volveré a recordarte.
Te adoré, te perdí, ya ni modo."


"Se me acabó la fuerza
de mi mano izquierda.
Voy a dejarte el  mundo pa ti solita.
Como el caballo blanco le solté la rienda
a ti también te suelto y te me vas ahorita.
Y cuando al fin comprendas
que el amor bonito lo tenías conmigo
vas a extrañar mis besos
en los propios brazos
del que esté contigo.
Vas a sentir que lloras
sin poder siquiera derramar tu llanto
y has de querer mirarte
en mis ojos tristes
que quisiste tanto."



Y así, viviendo en sus rancheras, ellos -y ellas- tan felices...
Ta-chán.


Imagen: generosdemusiica.wordpress.com

Comentarios

  1. Pues a mí no me gustaría vivir en una ranchera... que me empalagan.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ja, ja! Sí, algunas son empalagosas pero otras tienen muchas aristas.

    ResponderEliminar

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