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Abril florecía...

Ayer abril florecía. El aire empapado de lluvia de la mañana había dejado paso al olor de la primavera. Al salir a la calle la tarde tibia nos había ensanchado el corazón. Las tristezas del invierno parecían menores; la vida dando, como siempre, nuevas oportunidades.

Y hoy... abril hecho febrero, el crudo invierno rompiéndonos por dentro, el estupor que la muerte, sobrevolando de nuevo nuestras vidas, nos provoca al recordarnos lo frágiles que somos. Lo poco que podemos retener a los seres queridos. Lo poco que somos. Lo poco...

Nicolás se ha ido de nuestro lado. Nos queda su sonrisa, su calma, su ternura. Nos quedan los recuerdos compartidos. Nos queda el cariño que nos brindó y el que nosotros le ofrecimos. Nos queda el dolor de su hueco. Nos queda tanto y tan poco al mismo tiempo que muchas serán las lágrimas derramadas antes de que el corazón encuentre algún consuelo.

Descansará en su tierra, con su gente. A su lado y por siempre pasarán los azahares, pasarán las heladas, pasará el viento y traerá olor a río, olor a huerta, olor a la vida que gozó y que quiso. Descansará dondequiera que vayan los espíritus nobles, dondequiera que vaya la buena gente, dondequiera que nos esperen aquellos que nos faltan.

Me rodea con su brazo en esta foto de hace ya tanto tiempo... Mi primo querido; sonriendo, feliz, joven, seguro, confiado, comiéndose el mundo, bebiéndose la vida, diciendo yo seré, yo haré, anhelándolo todo, compartiendo la luz. Mi primo querido.

Descansará en paz.Y mientras, aquí, abril hecho febrero.

Imagen: fotografía familiar. Susqueda. Verano de 1966.

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