Ir al contenido principal

La noche infinita

El dolor que atenaza de madrugada no es comparable a ninguno.
Nos sentimos solos oyendo los sonidos inquietantes de la noche.
La respiración acompasada de los que duermen nos desasosiega. Quisiéramos estar con ellos en ese mundo reparador del sueño. En el olvido.

El reloj, que hace tiempo dejó de hacer tic-tac, recupera su sonido machacón. Nos previene de la llegada del amanecer y se convierte en una amenaza. Avanzan las horas y el dolor es lo único que sentimos nuestro.

La noche se ha hecho para el sueño, para el baile, para el amor, para la amistad... La noche se ha hecho para el llanto, para el remordimiento, para la reflexión... La noche se ha hecho para la melancolía, para la ternura... En la noche se arropa a nuestros hijos y se besa a nuestro amante. En la noche se enciende una luz que ilumina el problema diurno. En la noche se espera y se desespera.

Pero el rey de la noche es el dolor. Cuando él está marca los tiempos, es la medida. El jefe. Nos vuelve niños. El sueño se nos niega y los temores infundados se meten con nosotros bajo las sábanas.

A la luz del día todo es más llevadero.La vida desperezada da una tregua y sentimos que tenemos una nueva oportunidad para incorporarnos a ella.

Ahora se acerca la noche de nuevo. La temo y la espero para sumergirme en el sueño que todo lo borra.

(Imagen: blog.saluspot.com)

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va...

" Dime, Niño, de quién eres   todo vestido de blanco.  Soy de la Virgen María  y del Espíritu Santo.  Resuenen con alegría  los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena.  La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va.  Y nosotros nos iremos,  y no volveremos más.  Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús.  Soy de amor en el pesebre  y sufrimiento en la Cruz.  Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena". Poníamos boca abajo el cajón en el que nos había llegado la matanza del pueblo y lo arrimábamos a la pared. Colocábamos con chinchetas en la pared un papel azul oscuro con estrellas, una de ellas con cola brillante. Echábamos viruta marrón, viruta verde... Poníamos un río y un laguito con papel de plata. En un esquina, el pesebre con la mula, el buey, San José, la Virgen y el Niño. En lo alto, un ángel.  Mi padre le había hecho un agujero al portal de

Adiós a una mujer buena

De todas las personas que he conocido, a nadie como a Ana Mari la definían menos sus poses y sus gestos en las fotografías. Ese tema era objeto de comentarios divertidos y cariñosos cada vez que repasábamos un álbum: vaya cara, qué pose, jajajajaja ...  Porque Ana Mari era, a pesar de ese aspecto intimidante que, no sabemos el porqué, retrataban las fotos -y como decía Machado-  en el buen sentido de la palabra, buena .  Buena con los suyos y con los ajenos. Buena en el trato, en la palabra, en el hecho y en la omisión. Buena por carácter y convicción. Buena de corazón. Olvidaré los últimos días, y su imagen frágil y delicada, porque esa persona que se acababa ya no era ella. Y, por ello, la recordaré por siempre toda energía y fortaleza. La recordaré entre los fogones, haciéndole a cada uno lo que más le gustaba. La recordaré descalza, en la terraza, regando con brío sus esplendorosas macetas. La recordaré diciendo hijomíoooo , como el máximo y único reproche que se permitía hacer cua

Un solo, y completo, deseo

Viajamos en una nave que completa hoy su trayecto alrededor del sol, cerrando así un ciclo de vida. Cuando lleguen las doce y las campanadas den fe del cambio de año, entre los gestos rituales de las uvas, el cava y las sonrisas, hemos de sacar unos segundos para pedir deseos para nosotros y para aquellos que apreciamos y que pueblan nuestro mundo.  Es difícil elegir algo de entre todo lo que nos falta o de entre todo lo que se tiene y se quiere conservar. Solemos resumirlo precipitadamente en salud y que el año que se inicia sea mejor que el anterior. Algunos se aventuran a pedir que se cumpla un sueño que llevan largo tiempo acariciando. Los más conformistas piden quedarse como están. Los perezosos hacen suyos los deseos comunes y piden paz y alegría en el mundo, como si eso no dependiera de que se cumplan miles de anhelos previos. Hay quien esconde deseos, demasiado arriesgados para nombrarlos, y espera que se cumplan mágicamente solo por no decirlos en voz alta. Esperan que este qu