El último libro de Muñoz Molina me ratifica en mi opinión sobre los anteriores: o sobran páginas o falta historia. 531 páginas que giran en torno a:
- los días pasados en Lisboa por el asesino de Martin Luther King, con una historia de su vida anterior y posterior.
- los días pasados en Lisboa por el autor cuando preparaba El invierno en Lisboa, allá por 1987 y estaba sumido en la contradicción y la desesperanza.
- los días pasados en Lisboa por el autor en la actualidad cuando ultimaba esta obra.
Nadie le puede discutir a Muñoz Molina su buen hacer literario y mucho menos reprocharle que sus libros no se fundamentan en un conocimiento ab-so-lu-to de la historia que se trae entre manos pero... Son peros que alguien que no escribe no debería poner pero que son absolutamente lícitos como peros de un lector, lectora en este caso.
Demasiado detalle que al final da la sensación de pedantería. Un poco como si un investigador novato quisiera que todo lo que ha descubierto y toda la documentación que ha recopilado apareciera en el trabajo para apuntalar la sensación de haberlo abarcado todo. Párrafos enmarañados en la descripción minuciosa de sensaciones y sentimientos y reacciones y omisiones.
Y después está esa parte tan personal e íntima que descubre. Nada que no se supiera: que no tenía un matrimonio feliz, que empezó su relación con Elvira Lindo antes de separarse de la que era su mujer y madre de sus hijos... Pero una cosa son los hechos y otra muy diferente los porqués, las sensaciones, los sentimientos, los deseos.
Aparece finalmente como una persona egoísta -él habla de un adolescente tardío- que recurre a la huida cuando la vida que él mismo se ha creado no es la que le satisface. Nos muestra sus miserias, sus adicciones y sus mezquindades como marido y padre. La soberbia de querer otra vida y arrasar en su búsqueda con las vidas de otros...
Con todo ello, el descubrimiento del ser más íntimo repele más porque finalmente le dedica el libro a esos hijos que se descubren un lastre en el vuelo soñado por su padre.
Un sabor agridulce al cerrar la última página.
- los días pasados en Lisboa por el asesino de Martin Luther King, con una historia de su vida anterior y posterior.
- los días pasados en Lisboa por el autor cuando preparaba El invierno en Lisboa, allá por 1987 y estaba sumido en la contradicción y la desesperanza.
- los días pasados en Lisboa por el autor en la actualidad cuando ultimaba esta obra.
Nadie le puede discutir a Muñoz Molina su buen hacer literario y mucho menos reprocharle que sus libros no se fundamentan en un conocimiento ab-so-lu-to de la historia que se trae entre manos pero... Son peros que alguien que no escribe no debería poner pero que son absolutamente lícitos como peros de un lector, lectora en este caso.
Demasiado detalle que al final da la sensación de pedantería. Un poco como si un investigador novato quisiera que todo lo que ha descubierto y toda la documentación que ha recopilado apareciera en el trabajo para apuntalar la sensación de haberlo abarcado todo. Párrafos enmarañados en la descripción minuciosa de sensaciones y sentimientos y reacciones y omisiones.
Y después está esa parte tan personal e íntima que descubre. Nada que no se supiera: que no tenía un matrimonio feliz, que empezó su relación con Elvira Lindo antes de separarse de la que era su mujer y madre de sus hijos... Pero una cosa son los hechos y otra muy diferente los porqués, las sensaciones, los sentimientos, los deseos.
Aparece finalmente como una persona egoísta -él habla de un adolescente tardío- que recurre a la huida cuando la vida que él mismo se ha creado no es la que le satisface. Nos muestra sus miserias, sus adicciones y sus mezquindades como marido y padre. La soberbia de querer otra vida y arrasar en su búsqueda con las vidas de otros...
Con todo ello, el descubrimiento del ser más íntimo repele más porque finalmente le dedica el libro a esos hijos que se descubren un lastre en el vuelo soñado por su padre.
Un sabor agridulce al cerrar la última página.
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