Por circunstancias leves llevo unos días en casa y, como parte del entretenimiento del retiro obligado, he hecho un intensivo de internet con Facebook como estrella.
Muchas enseñanzas he sacado de ello que debo ahora asimilar, procesar y, en ocasiones, aplicarme porque zambullirse en las vidas ajenas -aunque sea solo lo que las vidas ajenas quieren mostrar- siempre te devuelve a la superficie sabiendo mucho y dudando más.
De entre todas ellas quiero referirme ahora a una que, no por sabida, me ha dejado menos acongojada.
Y es la terrible constatación de que, para gran parte de la humanidad, su vida se hunde el lunes, resurge el viernes y zozobra los domingos.
Facebook está lleno de memes -supuestamente divertidos- que nos muestran la desesperación lunera (¡me acabo de inventar un palabro!), la euforia del viernes y la angustia dominical. Y son esos memes como las mal llamadas comedias en las que te pasas dos horas riéndote en el cine y cuando empiezan a salir los títulos de crédito piensas '¿de qué me he reído? ¡qué tristeza de vidas!'.
Echando cuentas: vamos a suponernos 85 años de vida. Le quitamos los primeros 18 para ser generosos y los últimos 20 (si la reforma laboral nos deja). 47 años. Quizá los mejores: hechos y derechos, fuertes, vigorosos, enérgicos. 17155 días -día arriba, día abajo- para vivir.
Pues bien, hay quien se pasa 12253 (de lunes a viernes o de domingo a jueves, que -según mi estudio (¡¡¡)- aquí hay ligeras diferencias), ¡¡¡¡¡12253 días!!!!!!!! viviendo sin vivir. Instalados en el fin de semana pasado o en el futuro. Llorando por lo que fue o por lo que aún no ha sido. Zombies emocionales que hablan, andan, trabajan, compran, comen, aman... sin sentirse vivos.
Conclusión y propósito: reivindiquemos la felicidad a tiempo completo. Recuperemos la vida perdida en las rendijas de la semana. Busquemos algo o alguien que nos instale en un sábado perpetuo. Fundemos el club de fans de los días laborables.
Uy, me olvidé descontar las vacaciones. Ya me quedó más tranquila.
Imagen: www.misestados.com
Muchas enseñanzas he sacado de ello que debo ahora asimilar, procesar y, en ocasiones, aplicarme porque zambullirse en las vidas ajenas -aunque sea solo lo que las vidas ajenas quieren mostrar- siempre te devuelve a la superficie sabiendo mucho y dudando más.
De entre todas ellas quiero referirme ahora a una que, no por sabida, me ha dejado menos acongojada.
Y es la terrible constatación de que, para gran parte de la humanidad, su vida se hunde el lunes, resurge el viernes y zozobra los domingos.
Facebook está lleno de memes -supuestamente divertidos- que nos muestran la desesperación lunera (¡me acabo de inventar un palabro!), la euforia del viernes y la angustia dominical. Y son esos memes como las mal llamadas comedias en las que te pasas dos horas riéndote en el cine y cuando empiezan a salir los títulos de crédito piensas '¿de qué me he reído? ¡qué tristeza de vidas!'.
Echando cuentas: vamos a suponernos 85 años de vida. Le quitamos los primeros 18 para ser generosos y los últimos 20 (si la reforma laboral nos deja). 47 años. Quizá los mejores: hechos y derechos, fuertes, vigorosos, enérgicos. 17155 días -día arriba, día abajo- para vivir.
Pues bien, hay quien se pasa 12253 (de lunes a viernes o de domingo a jueves, que -según mi estudio (¡¡¡)- aquí hay ligeras diferencias), ¡¡¡¡¡12253 días!!!!!!!! viviendo sin vivir. Instalados en el fin de semana pasado o en el futuro. Llorando por lo que fue o por lo que aún no ha sido. Zombies emocionales que hablan, andan, trabajan, compran, comen, aman... sin sentirse vivos.
Conclusión y propósito: reivindiquemos la felicidad a tiempo completo. Recuperemos la vida perdida en las rendijas de la semana. Busquemos algo o alguien que nos instale en un sábado perpetuo. Fundemos el club de fans de los días laborables.
Uy, me olvidé descontar las vacaciones. Ya me quedó más tranquila.
Imagen: www.misestados.com
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