Aquellos a quienes recordamos nunca mueren.
Por eso hoy, repasando álbumes, he querido hacerle un pequeño homenaje a la que fue una persona muy querida en mi vida: la tita Concepción (o chacha, como la llamaba el resto de la familia).
A pesar de una vida nada fácil era la alegría personificada. Y la transmitía.
Hermana de mi bisabuelo. Concepción Ariza. Que llegó a cumplir 100 años. Que no dejó a nadie directo que la recuerde -cinco hijos no le bastaron para tener nietos-, pero que no se ha borrado de mi mente. Su patio, su jazmín, su risa cantarina, sus manos dulces, su abanico, su zaguán, su paciencia, su limpieza, sus historias... Todo era bello en ella.
Este soneto -imperfecto, pero sentido- es para su memoria..
Fue tu patio un remanso de alegría;
tu jazmín florecido, una promesa.
En cada atardecer, una sorpresa
cuando a la noche su dulzor abría.
Sin pena que quebrara tu sonrisa,
ni duelo que callara tu alborozo,
dejabas el milagro de tu gozo
soplando entre nosotras como brisa.
Las piedras del zaguán recién regado,
las cuentas del rosario que pasabas,
la calma y el silencio que has dejado...
todo lo bello, eterno, que tú amabas
se ha transformado para mí en amado
buscando a la Ana Mari que llamabas.
Imágenes. fotografías familiares. Finales de los 80.
Por eso hoy, repasando álbumes, he querido hacerle un pequeño homenaje a la que fue una persona muy querida en mi vida: la tita Concepción (o chacha, como la llamaba el resto de la familia).
A pesar de una vida nada fácil era la alegría personificada. Y la transmitía.
Hermana de mi bisabuelo. Concepción Ariza. Que llegó a cumplir 100 años. Que no dejó a nadie directo que la recuerde -cinco hijos no le bastaron para tener nietos-, pero que no se ha borrado de mi mente. Su patio, su jazmín, su risa cantarina, sus manos dulces, su abanico, su zaguán, su paciencia, su limpieza, sus historias... Todo era bello en ella.
Este soneto -imperfecto, pero sentido- es para su memoria..
Fue tu patio un remanso de alegría;
tu jazmín florecido, una promesa.
En cada atardecer, una sorpresa
cuando a la noche su dulzor abría.
Sin pena que quebrara tu sonrisa,
ni duelo que callara tu alborozo,
dejabas el milagro de tu gozo
soplando entre nosotras como brisa.
Las piedras del zaguán recién regado,
las cuentas del rosario que pasabas,
la calma y el silencio que has dejado...
todo lo bello, eterno, que tú amabas
se ha transformado para mí en amado
buscando a la Ana Mari que llamabas.
Imágenes. fotografías familiares. Finales de los 80.
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