Si te vas a ir por largo tiempo,
tendrías que avisarme.
Debo prepararme para el adiós;
hacerte algún encargo
por si en tu mano está cumplirlo
cuando llegues allí donde tú vas;
darte una nueva foto
para que cambies la que llevas en la cartera,
donde ya no me reconozco.
Debo contarte alguna anécdota
que quizá hayas olvidado
y tú deberías dejarme en depósito
todas aquellas que tienes de mí
y que se extraviaron en mi memoria.
Debo enseñarte lo que escribo;
que veas que pongo en un papel
las mañanas en la era,
las siestas en el zaguán,
las tardes en la alberca,
las noches en el cine de verano.
Debo decirte que te quiero
y que guardo tus prospectos de Pavón como se guarda lo que no tiene precio.
Debo decirte que te quiero
porque no te lo he dicho desde hace demasiado.
Si es que te vas a ir,
tendrías que avisarme.
Debo enseñarte por enésima vez a usar el móvil
y escucharte decir, por enésima vez, lo malo que estás.
Debo explicarte cómo están los niños
y debes darles tiempo para que, por fin,
lleguen de nuevo a darte un abrazo.
Debes sentarte unas cuántas noches más
al fresco de la puerta
y asombrarte de cómo Inés maneja esas maquinitas
que a ti se te hacen tan mágicas.
Debo apoyarme en tu brazo una vez más,
cuesta arriba,
camino de la feria.
Debes convidarme y comprar las avellanas
y decir que ese año sí que vas a bailar.
Debo verte pasar por la ventana,
camino de la cochera,
y debo pedirte, de rodillas si quieres,
que vayas pero que regreses.
Si es que te vas a ir por largo tiempo,
tendrías que avisarme.
Imagen: fotografía familiar. Años 80.
tendrías que avisarme.
Debo prepararme para el adiós;
hacerte algún encargo
por si en tu mano está cumplirlo
cuando llegues allí donde tú vas;
darte una nueva foto
para que cambies la que llevas en la cartera,
donde ya no me reconozco.
Debo contarte alguna anécdota
que quizá hayas olvidado
y tú deberías dejarme en depósito
todas aquellas que tienes de mí
y que se extraviaron en mi memoria.
Debo enseñarte lo que escribo;
que veas que pongo en un papel
las mañanas en la era,
las siestas en el zaguán,
las tardes en la alberca,
las noches en el cine de verano.
Debo decirte que te quiero
y que guardo tus prospectos de Pavón como se guarda lo que no tiene precio.
Debo decirte que te quiero
porque no te lo he dicho desde hace demasiado.
Si es que te vas a ir,
tendrías que avisarme.
Debo enseñarte por enésima vez a usar el móvil
y escucharte decir, por enésima vez, lo malo que estás.
Debo explicarte cómo están los niños
y debes darles tiempo para que, por fin,
lleguen de nuevo a darte un abrazo.
Debes sentarte unas cuántas noches más
al fresco de la puerta
y asombrarte de cómo Inés maneja esas maquinitas
que a ti se te hacen tan mágicas.
Debo apoyarme en tu brazo una vez más,
cuesta arriba,
camino de la feria.
Debes convidarme y comprar las avellanas
y decir que ese año sí que vas a bailar.
Debo verte pasar por la ventana,
camino de la cochera,
y debo pedirte, de rodillas si quieres,
que vayas pero que regreses.
Si es que te vas a ir por largo tiempo,
tendrías que avisarme.
Imagen: fotografía familiar. Años 80.
Nunca está en la intención marcharse por mucho tiempo, siempre cuando uno se marcha dice "hasta luego".
ResponderEliminarA veces sí. Por toda la eternidad.
EliminarUf impresionante, Ana Mari
ResponderEliminarEl dolor echo letra.
El sufrimiento reglón.
El cariño echo versos y
todo sincero y brotado de
un herido corazón.
Gracias, José Antonio.
EliminarTu corazón desgarrado entre renglones. Qué cosas tan bonitas le dices. Se debe sentir privilegiado allí donde esté.
ResponderEliminarMuy tierno y emotivo.
ResponderEliminarPara que se den cuenta las personas de supuesta buena fe, y además cristiana para más recochineo, que no tienen derecho a ser perversas. En su mochila lo llevarán.
Antonio agradecerá donde esté los buenos momentos que pasamos con él.
Preciosas palabras
ResponderEliminar