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Crónica de la excepción. Día 25

¿Podrá creerse la atareada Ana de aquellos días normales (que deseando estamos recuperar) que un lunes enteriiiiiiiiito no nos ha dado para todo lo que queríamos hacer?

Pues se lo crea o no, así ha sido. 
A estas horas, y escribiendo mi crónica, me doy cuenta de cómo se cuelan los minutos entre los dedos cuando no tienes un horario que te aprieta.

De todas formas, y en descargo de mí misma —que bastante cargo nos ha echado esta situación encima—, diré que, aún así, todo lo que hemos hecho ha sido gratificante o divertido o sanador, o las tres cosas a la vez.

Sin ser exhaustivos:
- hablar y/o whatsappear con amigos
- ver una serie trepidante y adictiva
- leer su poquito de novela y su poquito de poesía
- ayudar a alguien querido a mucha distancia
- conversar con quien está sola y esperando mi llamada
- revisar los deberes y dudas de mis alumnos
- aplaudir con el corazón, porque hoy me ha pillado ocupada
- ver las noticias justitas, ni un minuto más, para estar al día
- las excepcionalidades de la excepción que hoy han recaído en...


- hacer mascarillas —caseras, pero estilosas— y probárselas a una modelo de lujo
y
- hacer torrijas por primera vez —no se admiten críticas a la pinta porque el sabor les otorgaba todas las estrellitas que hiciera falta.

Fotografías: la hechura y la modelo, 15:20. La fuente de torrijas, 18:30.


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