La noticia del día es, por supuesto, la comparecencia del presidente Sánchez para explicar las medidas y fases de la desescalada.
Las previsiones son que se inviertan entre seis y ocho semanas para llegar a la nueva normalidad.
A mí el término de nueva normalidad no me convence. La normalidad es la normalidad; si es nueva, ya es otra cosa, creo yo.
Volvemos a la normalidad cuando regresamos de las vacaciones o cuando hemos tenido visitas en casa y se van o cuando hemos hecho obras y, por fin, queda en su sitio lo que antes estaba manga por hombro.
Una normalidad nueva tiene un no sé qué de inquietante. No sabemos cómo estaremos en esa normalidad que no conocíamos porque nos la definen como nueva. En fin, ya se verá.
Luego estaba el tema de las fases. Empezaríamos en la fase 0 el día 4 (a excepción de los millones de corredores que parece que había en este país, que podrán salir ya el día 2) y, cada dos semanas, avanzaremos hasta llegar a la 3. Algunas islas en Baleares y Canarias empezarán directamente en la fase 1.
También ha comentado que habrá diferencias territoriales y, por supuesto, ha hecho mención a que se avanzará, se estancará o, incluso, se retrocederá de fase en función de los marcadores.
Y aquí ha llegado otro momento inquietante. Los marcadores no queda muy claro quién los establecerá, pero nos dice el corazón que serán de nuevo los muertos e infectados y que ya no los lloraremos por ellos mismos, sino porque serán la clave para el avance hacia nuestra propia vida. Es triste, pero así es.
Y el tercer momento inquietante ha sido el de las mascarillas, cuyo uso parece ser que tendrá que prolongarse en el tiempo, hasta que llegue la vacuna. Mientras tengamos que llevarlas, sobrevolará entre nosotros la posibilidad del contagio: ese es el mensaje que lanzan esos aditamentos a los que habremos de acostumbrarnos.
Me quedo, como resumen esperanzador, con la frase de que entre la prudencia y el riesgo, optarán por la prudencia, aunque las presiones económicas creo yo que son muchas aunque esta sea una pandemia que está para poquitas tonterías.
Ahora tocará ir controlando los miedos personales: transporte público, trabajo, ir a centros comerciales... Dominar nuestros propios miedos para recuperar la cotidianeidad que se nos ha negado.
Por cierto, ha puesto ejemplos de actividades que se reanudarían en cada una de las fases: los negocios, la cultura, el ocio, la educación...
Lástima que no haya dicho nada de las peluquerías.
Fotografía: comparecencia del presidente Sánchez. 18:15
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