Ir al contenido principal

Crónica de la excepción. Día 66

¿Alguien podría decirle a periodistas, políticos, tertulianos y habladores profesionales en general que modifiquen ligerísimamente su lenguaje para no repetir hasta la saciedad un pleonasmo innecesario que oímos continuamente?

Cita previa
Pues no, señores míos, las citas son citas y quien alguna vez haya tenido una —de cualquier índole: profesional, médica, amistosa o incluso amorosa— sabrá que la ha concertado previamente, es decir, que las partes interesadas se han puesto de acuerdo en cuándo y en dónde verse para hacer lo que tuvieran que hacer.
Cuando nos citamos, hemos elegido día, hora y lugar y la otra parte es conocedora de todas esas circunstancias, con lo cual el encuentro se producirá a menos que uno de los dos fallé, que también es corriente, con excusa o sin ella.

Los pleonasmos son innecesarios en nuestro lenguaje cotidiano, repiten algo que ya está implícito y recargan un lenguaje que, por su propia naturaleza, tiende a la economía. 
Además, si los repetimos como loritos sin darnos cuenta de lo torpe de su uso, contribuimos al empobrecimiento de una lengua que es patrimonio y responsabilidad de todos. 
Los medios de comunicación son el espejo en el cual se miran parte de los hablantes, a falta de otros canales de educación permanente, y fijan lo que no debería ser fijado, como ya se está viendo en los carteles de muchos establecimientos.

Si lo usa un poeta para darle valor y fuerza expresiva a los sentimientos y emociones que quiere transmitir —puede ser un recurso estilístico—, amén, pero el señor que, alcachofa en mano lo repite y lo repite y lo repite flaco favor está haciéndole a quien ya entendía lo que era una cita y que ahora, creyendo mejorar, le añade lo de previa como si pudiera haberlas de otra manera.

Y habrá quien leyendo esto decida que menuda tontería de jardín en el que me he metido hoy. Que no están los tiempos para sutilezas lingüísticas ni nada parecido. 
Pero yo opino lo contrario: la cordura de la cotidianeidad, del detalle, de darle valor a lo mínimo, nos salvará en estos tiempos negros de poner nuestros pensamientos siempre, y en cualquier momento, en estas horas y circunstancias oscuras en las que vivimos. 
Prestándole el oído a lo que está bien o mal hecho, saldremos con más bien de todo lo terrible que nos está sucediendo y, de paso, aligeraremos la madeja mental que enredamos y desenredamos cada día.

Fotografía: edición digital de Sur, 4 de mayo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va...

" Dime, Niño, de quién eres   todo vestido de blanco.  Soy de la Virgen María  y del Espíritu Santo.  Resuenen con alegría  los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena.  La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va.  Y nosotros nos iremos,  y no volveremos más.  Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús.  Soy de amor en el pesebre  y sufrimiento en la Cruz.  Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena". Poníamos boca abajo el cajón en el que nos había llegado la matanza del pueblo y lo arrimábamos a la pared. Colocábamos con chinchetas en la pared un papel azul oscuro con estrellas, una de ellas con cola brillante. Echábamos viruta marrón, viruta verde... Poníamos un río y un laguito con papel de plata. En un esquina, el pesebre con la mula, el buey, San José, la Virgen y el Niño. En lo alto, un ángel.  Mi padre le había hecho un agujero al portal de

Un solo, y completo, deseo

Viajamos en una nave que completa hoy su trayecto alrededor del sol, cerrando así un ciclo de vida. Cuando lleguen las doce y las campanadas den fe del cambio de año, entre los gestos rituales de las uvas, el cava y las sonrisas, hemos de sacar unos segundos para pedir deseos para nosotros y para aquellos que apreciamos y que pueblan nuestro mundo.  Es difícil elegir algo de entre todo lo que nos falta o de entre todo lo que se tiene y se quiere conservar. Solemos resumirlo precipitadamente en salud y que el año que se inicia sea mejor que el anterior. Algunos se aventuran a pedir que se cumpla un sueño que llevan largo tiempo acariciando. Los más conformistas piden quedarse como están. Los perezosos hacen suyos los deseos comunes y piden paz y alegría en el mundo, como si eso no dependiera de que se cumplan miles de anhelos previos. Hay quien esconde deseos, demasiado arriesgados para nombrarlos, y espera que se cumplan mágicamente solo por no decirlos en voz alta. Esperan que este qu

Echar agua en una canasta

Las frases hechas son un patrimonio del lenguaje. Pequeños tesoros que dejamos caer en nuestra conversación para que el buen entendedor los recoja. Las usamos y hacemos que nuestro discurso se llene de imágenes, de metáforas, de poesía... por muy árido que sea el tema o muy cotidiano el contexto. La frase que titula esta entrada es una joya. Aunque nunca se haya oído antes, cuando la decimos, nuestro interlocutor -a menos que sea un lerdo total- puede captar no solo qué queremos decir sino cómo nos sentimos para tener que decirlo. Sabrá que nuestro empeño nos parece vano, que nuestros esfuerzos nos parecen inútiles. Sabrá que estamos cansados, hastiados, rendidos, hartos, derrotados... Una joya del lenguaje con un sentido duro, doloroso. Cerramos los ojos y vemos al hombre -o a la mujer-  cuyo destino es llenar esa canasta. Echar agua y agua y agua aunque sabe que se cuela entre los mimbres y de ella no queda mas que la humedad que podrá pudrirla, pero nunca llenarla. En