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Diecinueve de mayo

Nací recién traspasada la madrugada de un diecinueve de mayo. 

Hace ya tanto tiempo que apenas queda nadie de los que se asomaron por primera vez a mi cuna. Faltan mis bisabuelos, mis abuelos, mis padres, casi todos mis tíos. Faltan vecinos, conocidos, algunos primos...

Faltan los cantantes que llenaban las radios y los actores que llenaban los cines. Faltan los que dominaban el mundo y faltan los esclavos que lo sostenían.

Faltan paisajes. Faltan casas y calles. Faltan objetos cotidianos que perdieron su uso. Faltan realidades y faltan sueños.

Incluso falto yo. Porque esa que reposa en el moisés de princesa ya no está. 

Estoy yo, que no soy ella ni las sucesivas que la siguieron. No está la niña pizpireta, la adolescente insegura, la joven ilusionada... Estoy yo, que soy otra.

Cruzo un umbral y doy las gracias por ello, pero sé que es hora de despedidas y de cierres y sé que hay cumpleaños que cierran ventanales y achican horizontes y así hay que aceptarlo porque es el ciclo de la vida. 

Se abren, seamos moderadamente optimistas, troneras y tragaluces y debemos conformarnos con ver desde ellos la luz del atardecer. En calma, con los cabales y disfrutando los días venideros.

Fotografía: Ana Mari en el moisés.



 

Comentarios


  1. Estás tú, que eres el fruto de sucesivas etapas ante un horizonte nuevo (que no chico) con ventanucos con solera, repletos de experiencias y desde los que se vislumbra una nueva etapa. Que la disfrutes. Un beso

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