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Mi tito Antonio

Mi tito me llevaba en borombillos a la cámara. Las últimas veces ya me arrastraban los pies en los escalones.

Estuvo muy malito con veinte años y se salvó. El destino quería que yo lo conociera.

Mi tito se iba a la carpintería de Manolo Semanas cuando venía de mañaná. Siempre me llevaba cuando yo se lo pedía.

Tocaba en la puerta abierta al volver del bar con sus amigos. A mí se me iluminaba la cara cuando él asomaba.

Las siestas en el zaguán eran frescas y cortas. Pronto aparejaba al Sevillano y nos íbamos al río o a la alberca de los Maquileos.

Mi tito no llegaba a las manceras cuando ya araba. Su vida fue trabajar el campo.

Hizo una colección de prospectos. Cada noche iba al cine. En verano, cuando lo acompañaba al de Pavón, me pelaba las pipas.

Mi tito me llamaba mae cariñosamente.

A mi tito su madre le enseñó a ser prudente y le enseñó, por encima de todo, a proteger a su familia.

Era feliz en la Camorra con sus abuelos y sus tíos, a los que adoraba. Los mejores días de su juventud los pasó allí.

Mi tito iba cada día al cementerio a hablar con los suyos. Qué le diría a mi madre y qué le diría ella me gustaría saberlo.

Siempre era el primero en recibirnos. Estar en la esquina esperándonos era el principio de la felicidad.

Cuando yo apenas tenía meses me llevaba a hombros a la zapatería de mi padre. Y si estaba dormida cuando llegaba del campo, me sacaba del moisés. No va a estar la niña durmiendo siempre.

Usaba sombrero de palma y choclos.

Mi tito me adoraba desde el día en que nací y ese amor infinito lo traspasó a mis hijos.

No le gustaban las visitas y era muy vergonzoso, pero siempre educado y tranquilo.

Cuando murió, llevaba mi retrato en su cartera.

En El Estrecho bebía televisores y guillermas con sus amigos.

Mi tito se hizo seguidor del equipo de fútbol del pueblo. Disfrutó de los viajes por toda la provincia y de la alegría de la juventud que lo formaba.

Dejó de ir a San Marcos cuando se hacía en el pantano y era uno de los que se quedaban, como él decía, guardando el pueblo.

Era del Barça y ese era el único motivo por el que nos picábamos.

Mi tito pagó la última conviá y no esperó que a que se la devolviéramos en verano. Tenía prisa por descansar porque la vida se le había vuelto muy cuesta arriba.

A mi tito le conocían por Gonzalo. Hay quien no sabía siquiera que se llamaba Antonio.

Hoy hace cinco años que no le puedo contar las cosas que están pasando. Pero cada día lo quiero más y él lo sabe.

Fotografía: En la cochera, uno de los últimos veranos.


 

Comentarios

  1. Hay primo si te pudiéramos contar solo algunas cosillas no lo podías creer pero nos queda tu recuerdo de 3se hombre bueno honrado y cariñoso con todas las 0e4sonas tu Ana Mari tenía locura contigo 8g7igual

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  2. Preciosos tus recuerdos

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  3. Una persona cabal , educada , prudente y amigo de sus amigos . Como eran mi padre y el . Nunca lo olvidare .

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