No sabemos cuál exactamente porque los dueños del campo donde su madre dio a luz no estaban por anotar natalicios.
Decidimos escogerle un día de cumpleaños variable: el 20 o 21 de marzo, cuando en cada año entrara la primavera.
Porque ella vino al mundo para traer primavera a nuestra casa. Porque la primavera no es solo una estación del año: es ilusión, despertares, ganas de sacudirse la pereza y la tristeza, sol tibio, ternura, reconciliación con la vida, esperanza, ciclos que se abren, ciclos que se cierran... Todo eso, y más, nos regala sin condiciones, con generosidad, nuestra Julieta.
Con su confianza en nosotros y su belleza serena se pasea elegantemente en casa la primavera cada día de nuestra vida.
Felicidades, Julietinchi, te queremos.
Imagen: la contorsionista en plena siesta.
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