Ir al contenido principal

Alonsenfandelapatrí

Cuatro años en EGB (5º, 6º, 7º y 8º), cuatro años en el instituto (1º, 2º, 3º de BUP y COU) y un año más en la Universidad (1º de Magisterio).
Nueve años de mi vida estudiando francés a razón de unos nueve meses al año y tres horas por semana.
Que digo yo que debería tener un nivelazo. Un poquito oxidado, pero nivelazo.

Con esa disposición optimista me he encaminado esta tarde a hacer una prueba de nivel en la Escuela Oficial de Idiomas.
La prueba escrita... pasable. Lo peor ha sido la prueba oral. Cuando me he visto a solas con un profesor que de repente ha empezado a hablar a una velocidad endiablada en francés -o a mí me lo parecía- el corazón me ha empezado a latir en la boca, el estómago se me ha puesto del revés, sudores fríos me recorrían el cuerpo...: un conjunto de síntomas próximo al ataque cardíaco. Creo que no he hilvanado ni tres palabras seguidas. El pobre hombre doblaba la hojita de papel en la que estaba anotando sus impresiones sobre mi soltura lingüística. Le agradezco la prudencia pero de sobras sé yo lo que debía estar poniendo.
Después he subido al vestíbulo a esperar mi sentencia. La jefa de estudios, que era quien corregía mi examen, ha subido toda ella azorada y con una exquisita diplomacia francesa me ha dicho que bueno, que el nivel escrito no estaba mal, que se notaba que tenía nociones (¡nociones! ¡nueve años de mi vida!) pero que el nivel oral no estaba a la altura (a la altura del betún debía estar pensando). Que su recomendación era que me apuntara a 1º porque en 2º iba a ir muy apurada. "¿No te importa?", me ha dicho. Debe haber gente que se niegue, digo yo. He dicho que no, qué iba a decir: si estoy de 1º, estoy de 1º. Así que dentro de unas semanas allí estaré yo, haciendo primero de francés.

Mientras bajaba una cuesta criminal, que me tocará subir y bajar dos veces por semana durante todo el curso, he elaborado diversas teorías sobre lo que acababa de ocurrir.
O bien yo no sabía francés y he vivido una ilusión sostenida por las notas superiores al cinco mantenidas durante nueve años o bien yo sabía francés pero se ha perdido en la nebulosa de mi memoria, ya en franca decadencia.
O bien yo no sabía francés y el nivel exigido (durante nueve años por unos nueve profesores diferentes y en tres centros distintos) permitía crear la idea de que sí o bien yo sabía francés y el miedo escénico (un espectador) me ha impedido demostrarlo.
O bien yo no sabía francés o bien lo sabía...

Primero el curso próximo. Voilà un garçon. C'est Robeeeert.

Comentarios

  1. Siempri nus quedara el castù.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Señol jues, pasi usté más alanti y que entrin tós esos, no le dé a usté ansia, no le dé a usté mieo ...
      Casi mejor esto que el francés.

      Eliminar
  2. C'est quand on perd quelque chose qu'on se rend compte de sa valeur.
    Tu sais français, ma cherie.
    Mais tu l'as oublié.
    Cherche dans le sac de la mémoire, s'il vous plaît.
    Beaucoup de baisers.
    Au revoir, Ana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Le sac de la mémorie est vide!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va...

" Dime, Niño, de quién eres   todo vestido de blanco.  Soy de la Virgen María  y del Espíritu Santo.  Resuenen con alegría  los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena.  La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va.  Y nosotros nos iremos,  y no volveremos más.  Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús.  Soy de amor en el pesebre  y sufrimiento en la Cruz.  Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena". Poníamos boca abajo el cajón en el que nos había llegado la matanza del pueblo y lo arrimábamos a la pared. Colocábamos con chinchetas en la pared un papel azul oscuro con estrellas, una de ellas con cola brillante. Echábamos viruta marrón, viruta verde... Poníamos un río y un laguito con papel de plata. En un esquina, el pesebre con la mula, el buey, San José, la Virgen y el Niño. En lo alto, un ángel.  Mi padre le había hecho un agujero al portal de

Adiós a una mujer buena

De todas las personas que he conocido, a nadie como a Ana Mari la definían menos sus poses y sus gestos en las fotografías. Ese tema era objeto de comentarios divertidos y cariñosos cada vez que repasábamos un álbum: vaya cara, qué pose, jajajajaja ...  Porque Ana Mari era, a pesar de ese aspecto intimidante que, no sabemos el porqué, retrataban las fotos -y como decía Machado-  en el buen sentido de la palabra, buena .  Buena con los suyos y con los ajenos. Buena en el trato, en la palabra, en el hecho y en la omisión. Buena por carácter y convicción. Buena de corazón. Olvidaré los últimos días, y su imagen frágil y delicada, porque esa persona que se acababa ya no era ella. Y, por ello, la recordaré por siempre toda energía y fortaleza. La recordaré entre los fogones, haciéndole a cada uno lo que más le gustaba. La recordaré descalza, en la terraza, regando con brío sus esplendorosas macetas. La recordaré diciendo hijomíoooo , como el máximo y único reproche que se permitía hacer cua

Un solo, y completo, deseo

Viajamos en una nave que completa hoy su trayecto alrededor del sol, cerrando así un ciclo de vida. Cuando lleguen las doce y las campanadas den fe del cambio de año, entre los gestos rituales de las uvas, el cava y las sonrisas, hemos de sacar unos segundos para pedir deseos para nosotros y para aquellos que apreciamos y que pueblan nuestro mundo.  Es difícil elegir algo de entre todo lo que nos falta o de entre todo lo que se tiene y se quiere conservar. Solemos resumirlo precipitadamente en salud y que el año que se inicia sea mejor que el anterior. Algunos se aventuran a pedir que se cumpla un sueño que llevan largo tiempo acariciando. Los más conformistas piden quedarse como están. Los perezosos hacen suyos los deseos comunes y piden paz y alegría en el mundo, como si eso no dependiera de que se cumplan miles de anhelos previos. Hay quien esconde deseos, demasiado arriesgados para nombrarlos, y espera que se cumplan mágicamente solo por no decirlos en voz alta. Esperan que este qu