Este hombretón que vemos en la fotografía se llama Luis J. Esteban Lezáun.
Nos ha mantenido pegados al televisor durante muchas tardes. Primero el año pasado y ahora este verano.
Con esta pinta de bruto que tiene y, de repente, descubrimos que tiene más músculo en la cabeza que en los brazos, que ya es decir.
Lo mismo sabía que el adjetivo o participio cuyo fin principal no es determinar o especificar el nombre, sino caracterizarlo es un epíteto o que lo que no se puede eludir o excusar es inexcusable o que la situación o momento de apogeo de una cosa es el zenit o que la intranquilidad por algo que molesta o que no acaba de llegar es la inquietud. Que sí, que eso lo sabe mucha gente, pero que te venga a la cabeza a una velocidad endiablada y lo dispares como si lo estuvieras leyendo... eso ya no es tan común.
He entrado en un foro que comenta su último programa en agosto y me ha sorprendido ver que los comentarios, en su mayoría, son destructores: que si no era un caballero, que si tenía artimañas, que si no se creía que pudiera perder... Es sorprendente cómo se juzga a la gente por unos minutos que los vemos en pantalla. Pero así es para los personajes que se ponen delante de una cámara: están expuestos a la crítica fácil, con razón o sin ella.
Pero bueno, a lo que voy, que este hombre inteligente y con una sangre fría admirable resulta que es... ¡tachán! inspector jefe de policía. Ha estado en las GOES de Barcelona (el Grupo de Operaciones Especiales) y ahora está al mando de la comisaría de Manacor. Y para acabar de epatarnos resulta que ha escrito un libro que es el que da título a esta entrada: "El inspector que ordeñaba vacas". Parece ser que es una novela negra con un toque de espiritualidad.
Me la voy a leer y a daros cumplida cuenta de si deja tan boquiabiertos como sus intervenciones en pantalla. De ahí que el título lleve un (I) que quiere decir que habrá una segunda parte.
Como reflexión final para esta entradita intrascendente he de decir que policías como éste se alejan del estereotipo de tipo bruto, inculto y sospechoso de todo menos de pensar. Esperemos que siempre estén al servicio del ciudadano y no azuzado contra él por los políticos de turno.
Nos ha mantenido pegados al televisor durante muchas tardes. Primero el año pasado y ahora este verano.
Con esta pinta de bruto que tiene y, de repente, descubrimos que tiene más músculo en la cabeza que en los brazos, que ya es decir.
Lo mismo sabía que el adjetivo o participio cuyo fin principal no es determinar o especificar el nombre, sino caracterizarlo es un epíteto o que lo que no se puede eludir o excusar es inexcusable o que la situación o momento de apogeo de una cosa es el zenit o que la intranquilidad por algo que molesta o que no acaba de llegar es la inquietud. Que sí, que eso lo sabe mucha gente, pero que te venga a la cabeza a una velocidad endiablada y lo dispares como si lo estuvieras leyendo... eso ya no es tan común.
He entrado en un foro que comenta su último programa en agosto y me ha sorprendido ver que los comentarios, en su mayoría, son destructores: que si no era un caballero, que si tenía artimañas, que si no se creía que pudiera perder... Es sorprendente cómo se juzga a la gente por unos minutos que los vemos en pantalla. Pero así es para los personajes que se ponen delante de una cámara: están expuestos a la crítica fácil, con razón o sin ella.
Pero bueno, a lo que voy, que este hombre inteligente y con una sangre fría admirable resulta que es... ¡tachán! inspector jefe de policía. Ha estado en las GOES de Barcelona (el Grupo de Operaciones Especiales) y ahora está al mando de la comisaría de Manacor. Y para acabar de epatarnos resulta que ha escrito un libro que es el que da título a esta entrada: "El inspector que ordeñaba vacas". Parece ser que es una novela negra con un toque de espiritualidad.
Me la voy a leer y a daros cumplida cuenta de si deja tan boquiabiertos como sus intervenciones en pantalla. De ahí que el título lleve un (I) que quiere decir que habrá una segunda parte.
Como reflexión final para esta entradita intrascendente he de decir que policías como éste se alejan del estereotipo de tipo bruto, inculto y sospechoso de todo menos de pensar. Esperemos que siempre estén al servicio del ciudadano y no azuzado contra él por los políticos de turno.
En la excepción siempre está la regla.
ResponderEliminarEsperemos que así sea por la cuenta que nos trae a los ciudadanos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, muchisimo el libro, genial!!!
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