Ir al contenido principal

No todo es telebasura

La televisión tiene muuuuuy mala fama. Y la verdad es que, en ocasiones, muy merecida.
Ponerla a la hora de la siesta o en el horario estrella de la noche nos depara, a menudo, sorpresas desagradables.

Y, sin embargo, sigue siendo una de las actividades a las que se dedican más horas del día. El derrumbamiento físico -y a menudo psicológico- que nos ataca cuando acabamos con nuestras responsabilidades cotidianas -o cuando hacemos un alto en el camino- nos conduce a una actividad que requiere poco o ningún esfuerzo.

A veces, después de haber saltado de programa en programa y haber visto fauna desquiciada, gritos, reporteros que anuncian como exclusivas las noticias más peregrinas, culebrones previsibles... nos indignamos con la tele y con quienes la programan. Aunque deberíamos indignarnos con nosotros mismos pero, claro, eso es más difícil porque a nosotros nos queremos bastante más que a los directivos televisivos.

No obstante, hay que romper una lanza en favor de la televisión. Entre tanto desperdicio hay programas divertidos, interesantes, amenos... Y entre ellos están algunas series, pasadas y presentes, que nos han hecho reír, emocionarnos, intrigarnos... Ser más felices, en definitiva.

Algunas han recibido incontables premios. Otras no tanto, pero han tenido el favor del público. Poblaron nuestras infancias y nos siguen en la madurez.
Antes tenían, eso sí, el encanto de la espera y de que todo el mundo las veía al mismo tiempo, con lo cual eran fuente inagotable de tertulias. Ahora tienen el encanto de poder disfrutar de ellas cuando, donde y como queramos.

A la satisfacción de haber visto series que son joyas televisivas se ha unido estos días el gusto de leer un libro, interesante y ameno, sobre la relación de algunas series con el cerebro y sus funciones y enfermedades.

Su autor, José Ramón Alonso, es doctor por la Universidad de Salamanca, catedrático de Biología Celular y director del Laboratorio de Plasticidad neuronal y Neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Mantiene un interesante blog divulgativo, UniDiversidad.

El libro, Neurozapping, aprovecha 21 de las series más famosas de televisión -actuales y antiguas- para divulgar conceptos científicos de una manera amena. No pretende formar sino entretener e informar.
Se lee rápidamente y mueve al lector curioso a emprender una búsqueda más exhaustiva de aquellos temas que le hayan llamado más la atención. Si a alguien le resulta especialmente gravoso gastarse los 17 eurillos que cuesta puede leer en el blog, como entradas, la mayoría de los capítulos.

Al placer de la lectura se ha añadido, en mi caso, las ganas de volver a ver alguna de las series más antiguas. Menos La casa de la pradera, cosa que hubiera sido especialmente preocupante.

Imagen: fotografía personal. El libro, recién acabado de leer. 7 de septiembre

Comentarios

  1. Me lo imagino. Has devorado el libro en un día.
    Ya te veo viendo "Bonanza".
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ja, ja! Sí, en un día justo.
    Bonanza no estaba. Me han dado ganas de volver a ver "Las chicas de oro" o "Colombo".
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va...

" Dime, Niño, de quién eres   todo vestido de blanco.  Soy de la Virgen María  y del Espíritu Santo.  Resuenen con alegría  los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena.  La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va.  Y nosotros nos iremos,  y no volveremos más.  Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús.  Soy de amor en el pesebre  y sufrimiento en la Cruz.  Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra  y viva el Niño de Dios  que ha nacido en Nochebuena". Poníamos boca abajo el cajón en el que nos había llegado la matanza del pueblo y lo arrimábamos a la pared. Colocábamos con chinchetas en la pared un papel azul oscuro con estrellas, una de ellas con cola brillante. Echábamos viruta marrón, viruta verde... Poníamos un río y un laguito con papel de plata. En un esquina, el pesebre con la mula, el buey, San José, la Virgen y el Niño. En lo alto, un ángel.  Mi padre le había hecho un agujero al portal de

Adiós a una mujer buena

De todas las personas que he conocido, a nadie como a Ana Mari la definían menos sus poses y sus gestos en las fotografías. Ese tema era objeto de comentarios divertidos y cariñosos cada vez que repasábamos un álbum: vaya cara, qué pose, jajajajaja ...  Porque Ana Mari era, a pesar de ese aspecto intimidante que, no sabemos el porqué, retrataban las fotos -y como decía Machado-  en el buen sentido de la palabra, buena .  Buena con los suyos y con los ajenos. Buena en el trato, en la palabra, en el hecho y en la omisión. Buena por carácter y convicción. Buena de corazón. Olvidaré los últimos días, y su imagen frágil y delicada, porque esa persona que se acababa ya no era ella. Y, por ello, la recordaré por siempre toda energía y fortaleza. La recordaré entre los fogones, haciéndole a cada uno lo que más le gustaba. La recordaré descalza, en la terraza, regando con brío sus esplendorosas macetas. La recordaré diciendo hijomíoooo , como el máximo y único reproche que se permitía hacer cua

Un solo, y completo, deseo

Viajamos en una nave que completa hoy su trayecto alrededor del sol, cerrando así un ciclo de vida. Cuando lleguen las doce y las campanadas den fe del cambio de año, entre los gestos rituales de las uvas, el cava y las sonrisas, hemos de sacar unos segundos para pedir deseos para nosotros y para aquellos que apreciamos y que pueblan nuestro mundo.  Es difícil elegir algo de entre todo lo que nos falta o de entre todo lo que se tiene y se quiere conservar. Solemos resumirlo precipitadamente en salud y que el año que se inicia sea mejor que el anterior. Algunos se aventuran a pedir que se cumpla un sueño que llevan largo tiempo acariciando. Los más conformistas piden quedarse como están. Los perezosos hacen suyos los deseos comunes y piden paz y alegría en el mundo, como si eso no dependiera de que se cumplan miles de anhelos previos. Hay quien esconde deseos, demasiado arriesgados para nombrarlos, y espera que se cumplan mágicamente solo por no decirlos en voz alta. Esperan que este qu